Crítica de ‘Nosotros no nos mataremos con pistolas’, de María Ripoll

Como elefante en una cacharrería, o como gallina picoteando de una paella: el grupo de amigos treintañeros protagonistas de este drama generacional transitan despistados por una vida que no se parece ni por asomo a la que habían proyectado, y la afrontan con resignación cristiana, o con hedonismo desatado, o con ambos por muy oxímoron que parezca la mezcla. Creíamos que nos íbamos a comer el mundo y nos hemos comido un mojón así de grande, afirman, probablemente con toda la razón del mundo. A imagen, o a rebufo, de aquel icónico Reencuentro de Lawrence Kasdan, la muerte trata de celebrar la vida, pero la fiesta dura lo que dura dura, y muy pronto el amor, la nostalgia de tiempos mejores, los recuerdos alimentados por viejas cintas de vídeo y ese (casi siempre insano) ejercicio de morderse la lengua, se ven sustituidos por las cuentas pendientes, la desesperanza, la tristeza.
Nosotros no nos mataremos con pistolas propone la reunión, demasiado tiempo después de la última vez, de cinco viejos amigos. Todo son sonrisas, la procesión va por dentro (y en la calle, porque no hay fiesta mayor valenciana sin procesión), los secretos prescritos necesitan dos empujones para ser revelados, la tensión se respira en el ambiente aunque todos ellos se esfuercen por disimular. La cámara de Maria Ripoll se pone al servicio de su sólido repóquer de actores y actrices, y de un texto que viaja de los abrazos a los reproches sin solución de continuidad. Basada en la obra teatral homónima de Víctor Sánchez Rodríguez, ganadora del Premio Max a Mejor Autoría Revelación en 2016, la adaptación cinematográfica añade un último acto que saca a los personajes de la casa de pueblo que ha hospedado su encuentro y los conduce hasta una verbena en la que el sudor, la música electrónica, la cocaína y el sexo rematan un desolador anticlímax.
Si la película, con un puñado de duelos y algunos apuntes visuales y sonoros en ese sentido, se extravía en su idea de western emocional, y si cuesta que determinadas evoluciones dramáticas en el dibujo de los personajes escapen del estereotipo, Nosotros no nos mataremos con pistolas apunta elementos interesantes en el pesimismo de un tono marcado por la fatalidad y la amargura, no únicamente íntimas (los espacios son espejo de los protagonistas), que incomoda porque es reconocible. Vivimos en tiempos de extrema incertidumbre, de precariedad laboral, de egoísmo cotidiano, y solo nos salvará el apoyo mutuo con personas tan imperfectas como nosotros, que no dispararán a nadie, tampoco a sí mismos. Y que nunca dirán no a compartir una buena paella.
Para alérgicos a las reuniones de viejos amigos, ex alumnos de la promoción del 92 y reencuentros similares
FICHA TÉCNICA
Dirección: María Ripoll Reparto: Ingrid García-Jonsson, Elena Martín, Joe Manjón, Lorena López y Carlos Troya País: España Año: 2022 Fecha de estreno: 17–06-2022 Género: Drama Guion: Antonio Escámez, Victor Sanchez Rodriguez. Obra: Victor Sanchez Rodriguez Duración: 88 min.
Sinopsis: Mientras el pueblo se prepara para celebrar su fiesta mayor, Blanca se esmera en que la primera paella que hace en su vida le quede perfecta. Ha conseguido reunir a sus amigos de toda la vida después de años sin verse. Todos están en la treintena y sienten que la juventud se les escapa, atrapados en la precariedad laboral, el desencanto y un continuo volver a empezar. La paella se alarga hasta el anochecer, entre revelaciones de secretos, reproches y equívocos. Pero ahora más que nunca, los cinco amigos se necesitarán unos a otros para salir adelante.
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