De Spielberg a Almodóvar, pasando por Sorrentino y Cuarón: ¿A qué viene el boom del cine autobiográfico?
“Nunca haré una película sobre mí mismo. Nada sería más aburrido o banal que eso”. Tajante Alejandro G. Iñárritu hace unas semanas, cuando le hablaba a IndieWire sobre su nueva película, ‘Bardo. Falsa crónica de unas cuantas verdades’.
El único problema es que ‘Bardo’ es una película sobre Iñárritu. Con tintes autobiográficos, cuenta la historia de un cineasta de renombre internacional que vuelve a México. Una exploración de personaje y una reflexión sobre los sentimientos de los expatriados en la que el director, curiosamente, también vuelve a contar una historia en México por primera vez desde ‘Amores perros’. “Obviamente, tengo derecho a hablar de cosas que conozco que me han afectado como ciudadano del mundo y como mexicano. Sí, ¿de qué puedo hablar mejor que de las cosas que me han pasado? Pero eso no convierte la película en una sobre mí, por el amor de Dios. Es sobre cosas universales”, insiste.
Por más que lo niegue, Iñárritu se ha unido a una corriente exhibicionista que recorre todo lo que consumimos hoy en día. Estamos enganchados a las vidas ajenas, ya sea en reality shows, en las redes sociales o en los podcasts que escuchamos. El boom de la autoficción en literatura empezó hace unos años y no parece mostrar signos de agotamiento. En ficción seriada tenemos ejemplos como ‘Better Things’, ‘Maricón perdido’ o ‘Mira lo que has hecho’.
En el cine, esta moda se está manifestando como una obsesión por el recuerdo de la infancia. Este año se han presentado en festivales ‘The Fabelmans’ de Steven Spielberg y ‘Armageddon Time’ de James Gray, que se unen a ‘Belfast’ de Kenneth Branagh, ‘Roma’ de Alfonso Cuarón, ‘Fue la mano de Dios’ de Paolo Sorrentino, ’Dolor y gloria’ de Pedro Almodóvar’ o ‘Minari’ de Lee Isaac Chung. En España tenemos nuestra propia corriente de directoras debutantes que recurren a sus propias experiencias para construir relatos, con ejemplos muy celebrados como Carla Simón (‘Verano 1993’ y ‘Alcarràs’), Pilar Palomero (‘Las niñas’) y Celia Rico Clavellino (‘Viaje al cuarto de una madre’).
“Escribe sobre lo que conoces” es una de las máximas principales de la creación, que cineastas han aplicado durante décadas con resultados impresionantes. ‘Los cuatrocientos golpes’ de François Truffaut, ‘Amarcord’ de Federico Fellini, ‘Adiós, muchachos’ de Louis Malle, ‘Fanny y Alexander’ de Ingmar Bergman, ‘Boyhood’ de Richard Linklater. Pero ahora parece haber una explosión del género autobiográfico. ¿Por qué?
Nos hacemos viejos
Hay varias respuestas posibles, y probablemente la convergencia de películas basadas en las vidas de sus directores sea más bien una mezcla de todas ellas. Puede que la edad de los directores citados, la mayoría de ellos entre los 50 y los 60 años, o incluso 70, sea un factor de peso. Así lo admitió Gray, que en ‘Armageddon Time’ ha vuelto a sus días en un colegio privado neoyorquino: “La triste verdad es que ya no tengo 29 años, y cuando te haces viejo empiezas a mirar atrás”. Esto explicaría no solo la cantidad de producciones autobiográficas, sino títulos como ‘Érase una vez en… Hollywood’ o ‘Licorice Pizza’, en las que Quentin Tarantino y Paul Thomas Anderson han recreado los lugares en los que crecieron (en el caso de Tarantino, su época de juventud).
Al hecho de que nos hacemos viejos (y cada vez más, curiosamente), hay que añadirle una experiencia transformadora que todos hemos vivido recientemente. Tanto Branagh como Spielberg citan la pandemia como la razón que hay detrás de sus películas autobiográficas. “‘Belfast’ fue sin duda acentuada por la idea de la cuarentena. Creo que hubo mucha más introspección al principio de ese periodo”, explicó en Deadline el director irlandés. Spielberg, que en realidad lleva toda su carrera hablando de su infancia y su sentimiento de abandono en películas como ‘Encuentros en la tercera fase’, ’E.T., el extraterrestre’ o ‘A.I. Inteligencia Artificial’, se lanzó a contar por primera vez explícitamente su niñez inspirado por los estragos del coronavirus. “Recuerdo que conforme la cantidad de muertes iba aumentando, veíamos las noticias de lo que estaba ocurriendo a lo largo del país y del mundo y pensaba: ‘¿Qué va a significar esto para la humanidad? ¿Hasta dónde nos va a llevar esta pandemia?’”, le explicó a The Hollywood Reporter. Además, contar una historia sobre sí mismo iba a ser más fácil estando encerrado en casa. “Pensé que era el mejor momento, con todo ese tiempo en mis manos. Era algo que tenía que sacar de dentro de mí ahora”.
Recordando desde la torre de marfil
Hay cierta lógica empresarial detrás de todos estos directores consagrados contando sus infancias en pantalla. Sacar adelante una película requiere una gran inversión de dinero, y no todo el mundo podría conseguirla para contar su vida. Al fin y al cabo, ¿a quién le interesa tu niñez si no eres Spielberg, Cuarón o Almodóvar? Pero también es un hecho que muchos de los directores más asentados, como Woody Allen o Martin Scorsese, se vuelven más y más reflexivos en su madurez, volviendo a los mismos temas y reflexionando sobre sí mismos y su legado (’El irlandés’ es un buen ejemplo de esto).
Y algunos de ellos pierden cierto contacto con la realidad, encerrados en sus torres de marfil construidas sobre años de éxito, riqueza y privilegio. Las últimas películas de Almodóvar están influenciadas por esa desconexión, que tuvo su peor representación en la fría y remota ‘Julieta’. ‘Dolor y gloria’ supuso un paso muy honesto y con resultados infinitamente mejores. Quizá su mejor película de la etapa actual, en realidad surgió de una experiencia dura y solitaria impuesta por las aflicciones de su cuerpo. “La película nace de ese aislamiento y del sufrimiento físico, sobre todo las jaquecas que no me han abandonado y el dolor de espalda”, confesó en una entrevista con Fotogramas.
Revisionando el pasado
Almodóvar parecía ajustar cuentas con el pasado (y con algunas personas que lo habían habitado); otros miran a la niñez para reflexionar sobre la perspectiva que tuvieron sobre algo. En ‘Belfast’, Branagh cuenta la historia de un niño que vive feliz y ajeno a las revueltas sociales que sacudían a Irlanda; el niño lo es, pero no la película, y por tanto, el Branagh adulto. Eso lo tiene en común, además del uso del blanco y negro, con ‘Roma’. Alfonso Cuarón desenterró ahí todas las dinámicas sociales, raciales y de género que aplastaban a la mujer que limpiaba y cocinaba en casa, y se ocupaba de criar y cuidar a sus hermanos y él. “Tuve largas conversaciones con la Cleo de la vida real”, le contó en su momento el mexicano a The Hollywood Reporter. “Escribir su personaje me forzó por primera vez en mi vida a verla como una mujer, y las complejidades de su situación”.
Lo interesante de algunas de estas películas es que aprovechan esa mirada al pasado para conectarlo con los valores y dilemas que tenemos en la actualidad. Eso hace Gray en ‘Armageddon Time’, en la que muestra cómo ya en los años 70 existía un privilegio blanco que atravesaba todo Estados Unidos y creaba una situación de desigualdad social que ahora se está intentando solucionar. En ese sentido, más que nostalgia es revisionismo.
No hay comentarios