El otro Tom, un cuestionamiento al abuso en la medicación psiquiátrica

El otro Tom, un cuestionamiento al abuso en la medicación psiquiátrica

Elena es madre soltera en una comunidad chicana de El Paso, Texas. Su hijo, un niño de nombre Tomás, pasa los días viendo programas en streaming y ansiando el momento en que su padre lo lleve a surfear con la tabla que le regaló. El día a día es difícil, siempre con algunas discusiones y rabietas de por medio, pero ambos logran sobrellevarlo a través de una constante negociación. Sin embargo, pronto algunos señalamientos en la escuela conducen a un diagnóstico: el pequeño de nueve años sufre trastorno de déficit de atención (TDA). De ahí que Tom empiece a consumir medicina psiquiátrica, lo cual parece apuntalar su desempeño escolar, aunque no sin algunos efectos secundarios. ¿Será que “el otro Tom”, aquel que toma sus pastillas, es realmente una mejor persona?

El otro Tom es la más reciente película mexicana de los cineastas Rodrigo Plá y Laura Santullo, quienes en esta ocasión fungen como coguionistas y codirectores. En colaboración, ambos presumen una filmografía plagada de reconocimientos donde quizás un tema recurrente es el del individuo enfrentado a instituciones como la iglesia (Desierto adentro) y las aseguradoras (Un monstruo de mil cabezas). Ahora, la historia gira en torno a una mujer que –con tal de proteger y conservar a su hijo– debe lidiar con maestras de escuela, servicios sociales y psiquiatras que pudieran estar laborando de forma negligente.

En entrevista exclusiva con Cine PREMIERE, las mentes detrás de la película nos cuentan sobre las inquietudes que vieron nacer el proyecto. Platican también sobre su postura ante el diagnóstico de TDA en niños y la importancia de situar esta ficción en la frontera entre México y Estados Unidos.

El otro Tom (2021)

Medicinas que “hacen maravillas”

Hijo de padres psicoanalistas, Rodrigo Plá siempre estuvo atento a los temas de salud mental. Incluso pudiera parecer que El otro Tom nace específicamente de intereses que heredó de su madre, ya que ella es una profesional especializada en trastornos de la infancia. Sin embargo, esta necesidad de contar una historia enfocada en el TDA se sustenta en la exhaustiva investigación que hace años realizó el director junto con su esposa, la guionista Laura Santullo, a partir de una alarmante suposición.

“Nos parecía que había un exceso de medicación [psiquiátrica] en niños, que se medicaba con muchísima facilidad. Empezamos a leer cifras: millones de niños medicados en todo el mundo con químicos que son prohibidos para adultos y deportistas. Cosas así. Entonces eso captó nuestra atención”, explica Plá.

Luego, una experiencia personal sólo vino a confirmar sus sospechas. Ocurrió que esta dupla de cineastas tuvo que irse de México y asentarse temporalmente en Uruguay (el país natal de ambos) con motivo de la filmación de una película. Les acompañaban sus dos hijos menores de edad, quienes resintieron el desplazamiento. «Estaban inquietos por el cambio de contexto, por la nueva realidad», señala el realizador.

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El matrimonio decidió entonces hablar con una psicoanalista sobre cómo apoyarlos para que estuvieran más tranquilos. Y cuál fue su sorpresa cuando ella ofreció referirlos a un psiquiatra para que les recetara algunos fármacos. Pero lo más curioso era que la psicoanalista no había tenido contacto directo con ninguno de los niños y de buenas a primeras ya proponía medicar a uno de ellos.

“[Ella nos decía que] existen medicinas que hacen maravillas y que pueden llegar a calmarlos. Eso básicamente lo que hizo fue constatar lo que veníamos pensando sobre que se medicaba con mucha facilidad. ¿Cómo es posible que sin siquiera haber visto a la persona de la que le estábamos hablando, ella ya estuviera proponiendo medicar?”, nos plantea Rodrigo Plá.

El otro Tom (2021)

De la investigación de Plá y Laura Santullo surgió eventualmente la idea para un guion cinematográfico, cuyo primer borrador quedó listo hace casi una década. Para 2018 vio la luz El otro Tom: Una novela sobre el trastorno de déficit de atención, concebida por la misma Santullo, aunque sin ánimos de presentarse como una novelización de la futura película. Del mismo modo, ambos advierten que la película tampoco debe percibirse como una adaptación del libro. Las obras se trabajaron de manera paralela, con el propósito de generar debate y no de demonizar el tratamiento psiquiátrico en niños. A fin de cuentas, existen casos donde los jóvenes verdaderamente sufren por esta falta de concentración, relacionada al TDA.

“A nosotros al menos, como padres, nos surgían un montón de preguntas. Y creemos que a veces no nos estamos preguntando lo suficiente. De ahí viene un poco el impulso de hacer la película, para abrir una conversación”, dijo la escritora.

Impaciencia antes que enfermedad

Desde la perspectiva de sus directores, El otro Tom no ilustra un caso extremo de hiperactividad. Mucho menos si se le compara con la cinta dramática Mommy de Xavier Dolan –una que fascina a Plá y a Santullo–, donde el protagonista con TDA es “muy violento”. Los uruguayos decidieron transitar algo más intermedio con el pequeño Tomás, al punto de sembrar la duda de si está enfermo o no. “[El niño] hace travesuras, de pronto no escucha, pero tampoco parece ser alguien tan fuera de lo común”, nos comentan ambos cineastas. Pero que sus maestras en la escuela utilicen calificativos como agresivo, distraído o rebelde, conduce a un diagnóstico sospechosamente prematuro.

“Una cosa que nos había llamado mucho la atención es que la frase que se usa mucho [en las escuelas] es: ‘A menudo, deja las tareas sin hacer. A menudo se distrae cuando usted le habla’. Entonces el tema de ‘a menudo’ nos empezó a llamar mucho la atención porque decíamos: ‘Bueno, pero eso depende mucho del que escucha, del que espera’”, comparte Laura Santullo.

El otro Tom (2022)

La guionista no recuerda la fuente específica, pero mientras indagaba sobre el tema –a través de foros en internet y el trabajo de especialistas en salud mental– descubrió una frase que consideró sumamente atinada: “El TDA es una enfermedad que empieza donde termina la paciencia de los adultos”.

“Si el padre es muy impaciente o si la maestra es muy impaciente, le va a parecer que el niño no responde a lo que quiere, pero no necesariamente es real [que padezca un trastorno]. O sea, tiene mucho que ver con la subjetividad del que mira”, agrega la novelista.

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Semejante sesgo de los adultos igualmente propiciaría un diagnóstico descontextualizado; es decir, uno donde poco importan los antecedentes y la vida del niño fuera del ámbito escolar. “El acento está puesto justamente en la conducta inmediata”, asevera Santullo al aludir aquellas valoraciones médicas superficiales, que sin más –además de carecer de fundamento suficiente– podrían devenir aquello que realmente conlleve trabas para los niños en su formación académica. Por ende, Rodrigo Plá pide cautela a la hora de diagnosticar.

“Hoy en día, las expectativas de lo que es una idea de éxito están marcando y estigmatizando a ciertos niños que tienen otras velocidades de aprendizaje o que tienen particularidades. Por eso las escuelas a veces tienen mucha incidencia en que terminen siendo medicados [o en que se origine] un estigma. Ser diagnosticado con TDA de pronto puede generar dificultades para que tu hijo entre incluso en una escuela nueva”, reflexiona el director.

La cualidad de lo fronterizo

Filmar en El Paso, Texas, y en Ciudad Juárez, Chihuahua, significó asimismo convocar a talento local, compuesto en su mayoría por actores no profesionales. Este era el caso de Julia Chávez e Israel Rodríguez, responsables de interpretar a madre e hijo en El otro Tom. A sus directores los cautivaba la idea de trasladar a la pantalla el día a día que viven los chicanos en la frontera, con las singularidades del idioma. Esta búsqueda de autenticidad también los puso en contacto con maestras de la zona, a quienes no sólo entrevistaron, sino que además ficharon para que representaran su oficio en el filme.

“Decidimos no llevar actores de la Ciudad de México. Eso fue una decisión que tomamos porque empezamos a encontrar gente súper interesante en El Paso que hablaba de esta comunidad mexicoamericana que tenía formas particulares de hablar, acentos, este bilingüismo, este spanglish que manejan en su cotidianidad, lo cual queríamos que se conservara en la película”, explica Plá.

El otro Tom (2022)

Al indagar sobre la población chicana, el cineasta llegó a otra revelación en torno al TDA: «En el grupo de mexicoamericanos, [el número de] los niños diagnosticados era mucho mayor que el de los anglosajones». Plá no descarta que este dato sea un indicio más de que las valoraciones psiquiátricas frecuentemente suceden sin tomar en consideración el contexto del presunto enfermo. Saber si el paciente (en este caso, un migrante) viene de situaciones violentas, o lidia con el proceso de adaptarse a un nuevo entorno, debería incidir en el análisis a la hora de diagnosticar, afirma.

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Por otro lado, la propia frontera se prestaba para poner énfasis en cuán inapropiado es encasillar a las personas. Así como resulta demasiado complejo dictaminar si alguien efectivamente padece el trastorno de déficit de atención, tampoco es fácil poner a todo chicano dentro de un mismo costal.

“Nos interesaba justamente retratar esta cualidad de lo fronterizo. Nos parecía que también abonaba a un sentido dentro de la película y dentro del concepto de la película. De algún modo nosotros siempre tuvimos la idea de transmitir que es muy difícil etiquetar. No deberíamos etiquetar a las personas y catalogarlas”, puntualiza Laura Santullo.

Igual de importante era no idealizar la maternidad. De ahí que la película se proponga remarcar las imperfecciones correspondientes en la conflictiva relación entre Elena y Tomás. Ninguno es un santo. Así que en pos de cierto grado de naturalidad, los directores de El otro Tom ensayaron durante seis meses con Julia Chávez e Israel Rodríguez para que su vínculo ficcional de madre e hijo fuera sólido al momento del rodaje. Eso incluyó improvisar escenas de la vida de sus personajes que ni siquiera figuran en la película. No obstante, facilitaron una representación más acertada de lo que es la maternidad sin falsas nociones de pureza.

“Pareciera que ninguna madre es lo suficientemente buena cuando hay una expectativa tan alta en torno a lo que es ser madre, que siempre debería estar contenta, agradecida y feliz. De alguna manera eso no le sienta bien a los seres humanos reales que a veces se enojan con sus hijos, que a veces se sienten impotentes frente a ciertas situaciones”, nos expresa la guionista uruguaya.

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El otro Tom (2022)

El otro Tom se estrena comercialmente este jueves 29 de septiembre de 2022, casi un año después de su premiere mexicana en el FICM 2021, donde Rodrigó Plá y Laura Santullo obtuvieron el Ojo a Mejor dirección de largometraje mexicano de ficción. Presume también cinco nominaciones para la 64° entrega de los Premios Ariel, incluida la de Mejor película, Mejor guion original y Mejor revelación actoral, donde compiten ambos protagónicos.

La ceremonia del Ariel 2022 se celebrará el próximo 11 de octubre. ¿Ya están preparando su quiniela?

mm Tengo muy mala memoria. Por solidaridad con mis recuerdos, opto por perderme también. De preferencia, en una sala de cine.
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