La historia de Winnie Pooh: así nació el oso más famoso

La historia de Winnie Pooh: así nació el oso más famoso

En 1882, nació Alan Alexander Milne, autor británico que, aunque fue prolífico en muchos géneros, alcanzó la fama gracias a sus cuentos infantiles centrados en un gracioso y simpático osito de felpa y sus aventuras en el bosque. Te contamos la verdadera historia de Winnie Pooh.

El animalito ha logrado cautivar, por varias décadas, a chicos y grandes con seriales radiofónicos, películas, novelas, obras de teatro y especiales en acción real, pero, en realidad, todo comenzó de manera simple: con un padre, su hijo, un cachorro y muchos peluches.

Ésta es la historia de Winnie Pooh y su nacimiento.

Una amistad nacida de la guerra

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Durante la Primera Guerra Mundial, un teniente veterinario llamado H. Coleburn encontró en una estación de tren de Canadá a un cazador que llevaba consigo al cachorro de una osa. El soldado compró al pequeño y lo convirtió en mascota de su batallón. El nombre que se le puso fue, claro, Winnie. Cuando la intensidad de la batalla subió a niveles peligrosos, Coleburn decidió llevar al osezno a un zoológico para protegerlo. Lo curioso es que el lugar sería visitado en numerosas ocasiones por un niño de nombre Christopher Robin Milne, hijo del autor.

Como en el bosque de los cien acres

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La historia de Winnie Pooh continúa así: resulta que el pequeño Christopher tenía varios peluches, entre ellos: un cerdito, un burro, dos canguros y un tigre (Piglet, Igor, Kanga, Roo y Tigger). Aunque el protagonista de la colección era un pequeño osito dorado que el chico quiso nombrar, muy apropiadamente, como su amigo del zoológico. El padre, autor de las historias, también incluyó a los peluches en los libros que estaba planeando.

Coincidencia

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El ilustrador E.H. Shephard, quien dio vida al aspecto visual de las historias con sus trazos, vivía a unos pocos pasos de la casa de Milne. Además, ambos habían colaborado como editores en la revista Punch, en la cual se publicaban sátiras y varios ensayos humorísticos. En un principio, Milne no estaba tan convencido de su estilo, pero con el tiempo, se convirtió en su dibujante de cabecera, trabajando también en la secuela del osito panzón y poniendo imágenes a varias colecciones de poemas.

La poesía, primera casa del amante de la miel

A.A. Milne, además de escribir relatos memorables para los pequeños, tenía un gran talento para la poesía. En 1924, publicó When We Were Very Young, una recopilación en la cual el poema número 13 ostentaba el nombre de “The Teddy Bear”. Los versos hablaban sobre las aventuras de Edward, que es como Christopher Robin había nombrado a su peluche antes de conocer a Winnie.

Llegó un amigo llamado Walt

Un buen día de 1961, Walt Disney adquirió los derechos de las historias de Winnie. Esto porque a su hija Diane le gustaban los libros de Milne, ya que la hacían reír bastante, cuestión que llamó la atención del magnate de la animación. Inclusive, ya tenía la idea de adaptarlos desde 1938. Diane dijo esto (vía D23):

“Papá me escuchaba riendo sola en mi cuarto y entraba para ver de qué me reía. Usualmente era por el humor gentil y rebelde de las historias de Pooh de A.A. Milne. Las leí una y otra vez, y muchos años después a mis hijos y ahora a mis nietos”.

Una relación agridulce

Se sabe que uno de los pasajes más oscuros de la historia de Winnie Pooh fue lo que vino después. De acuerdo con BBC, Milne llegó a despreciar a su creación más famosa, puesto que sus libros de no ficción cayeron en el olvido, mientras que sólo era recordado por el oso. Incluso, el autor llegó a decir:

«Dejé de escribir libros para niños. Quería escaparme de ellos como quise una vez escaparme de Punch; como siempre quise escaparme. En vano. Como subrayó un exigente critico: el héroe de mi última obra de teatro era simplemente Christopher Robin de adulto».

autor Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.

Contenido original de Cinepremiere.com.mx

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