Secretos de un escándalo (May December) – Crítica de la película
Tras algunos años alejado del cine de ficción (su última obra fue un documental), Todd Haynes está de regreso con una historia que aborda elementos comunes en su filmografía. Cintas como Lejos del cielo (2002) y Carol (2015) dejaron ver que Haynes tenía cierta debilidad por los relatos de amor inofensivo, especialmente aquellos que incomodaban a muchas personas con una mente cerrada. Sin embargo, Secretos de un escándalo, su más reciente película, da un interesante giro de 180 grados y nos plantea otro escenario. Uno donde el romance prohibido exuda motivos de peso para no continuar. Y vaya que la experiencia es, en muchos sentidos, catártica.
Han pasado veinte años de que el mediático romance entre Gracie Atherton-Yu y su joven marido Joe escandalizara a Estados Unidos. Sus hijos están a punto de graduarse en de la preparatoria y se va a rodar una película sobre su historia. La actriz Elizabeth Berry pasará un tiempo con la familia para intentar entender mejor a Gracie, a la que va a interpretar. Sin embargo, su llegada provocará que la dinámica familiar se tambalee bajo un nuevo escrutinio de las miradas al exterior.
Aunque Secretos de un escándalo se basa vagamente en un polémico caso real, Todd Haynes y la guionista Samy Burch logran que mantenga una elegancia necesaria. Es gracias a Elizabeth, interpretada por Natalie Portman, que la audiencia va conociendo cómo se desarrolló el complejo romance entre Gracie y Joe. Lejos de recurrir a flashbacks perturbadores o incómodos, la historia se desenvuelve gracias a las preguntas de Elizabeth. Es de gran ayuda que distintos personajes cuenten su versión de los hechos, pues estos permiten que el guion se nutra con diversos temas y perspectivas. Afortunadamente, todo se siente “ligero”, a pesar de lo oscuro que resulta el tema principal.
Con un buen guion como base, Natalie Portman y Julianne Moore hacen lo que mejor saben: cautivar con interpretaciones poderosas y personajes mucho más complejos de lo que aparentan. La Elizabeth de Portman no sólo es una mujer curiosa que busca dar el salto a las “grandes” producciones con la película basada en Gracie. También es una mujer con ciertas carencias, metas aún sin cumplir, y una ambigüedad moral. En manos de otra actriz, más de una secuencia (como la que ocurre en la tienda de mascotas) podría resultar ridícula. Sin embargo, Portman juega perfectamente en esa línea entre preparación actoral y una oscura obsesión.
Julianne Moore, por su parte, hace que Gracie sea un hueso duro de roer. Sabe que enamorarse de un menor estuvo mal y admite las consecuencias de sus actos. Pero no queda del todo claro si se arrepiente o sólo sobrelleva lo ocurrido. Ese enigma de no saber si sentir pena, asco, o incluso miedo por ella hace que sus escenas sean toda una delicia. Cualquier momento donde comparte pantalla con Natalie Portman justifica el precio del boleto. Entre Elizabeth y Gracie se establece una dinámica que se roba la atención y poco a poco resulta más perturbadora.
Algunos dudaban que Charles Melton, “egresado” de Riverdale tuviera lo necesario para dar réplica a dos ganadoras del Óscar. Y es que, al final del día, su personaje es el más complejo de los tres. A los 13 años se relacionó con una mujer que casi le triplicaba la edad, pronto se convirtió en padre, imagen de muchos tabloides, y a sus 36 años debe enfrentarse al llamado “nido vacío”. Básicamente, se convirtió en adulto entre la cárcel, pañales sucios y el mundo encima suyo. Durante gran parte de la cinta, el Joey de Melton parece estar (a propósito) en neutral, pero poco a poco despierta y rumbo al final de la cinta estalla en una secuencia al mismo tiempo memorable y aterradora. Cualquier duda sobre su desempeño debería quedar enterrada tras su notable interpretación.
En el aspecto técnico, Secretos de un escándalo sobresale por su elegante construcción. La fotografía cuenta con un aspecto granulado que evoca a películas del pasado, y al mismo tiempo construye una atmósfera íntima e ideal para el drama que viven sus protagonistas. Es notorio que los ángulos, las tomas y hasta los zooms tienen una intención clara: jugar con la mente del espectador y hacerle creer cosas que podrían, o no, ser verdaderas. También se agradecen algunos momentos de humor negro que aligeran la tensión, pero también dan pie a algunas preguntas cuya respuesta podría ser complicada.
Desafortunadamente, hay momentos en los que el ritmo decae, y algunas metáforas no funcionan del todo. Es gracias a algunas revelaciones —ligeramente arbitrarias—, que el ritmo se levanta del letargo. Otro aspecto que podría ser motivo de controversia es el final, pues se torna anticlimático y no termina por explotar las ideas plasmadas en el guion. Se entiende que Todd Haynes y Samy Burch quieran dejar algunos temas a consideración de los espectadores. Sin embargo, hay situaciones, en el contexto de la cinta, que no reciben el tratamiento necesario.
Secretos de un escándalo es una película que funciona como un morboso juego de espejos en el que nadie sale bien librado. Su historia es fuerte y se presta a diversas interpretaciones, uno de los puntos más destacables en la cinta. A lo largo de casi dos horas, somos testigos de cómo un escándalo, y una relación a todas luces prohibida, pueden cambiar a quienes la viven y las personas que están alrededor suyo. No es una película que juzgue, pero nos sitúa en una posición similar a la de Elizabeth. Juntos armamos una historia llena de sentimientos encontrados y dudas que no siempre se responden.
Tres grandes protagonistas hacen que el espectador se ponga en un área gris y analice toda la información brindada por sus personajes, lo cual resulta más inquietante que favorecedor. Si bien, el juego de espejos es inicialmente divertido, pronto deja cierta sensación de incomodidad, especialmente en sus últimos minutos. La nueva película de Todd Haynes convierte un asunto público en un controvertido relato de intimidad, manipulación, luchas de poder y mentes inestables. Todo sin dejar a nadie indiferente. Al final, Secretos de un escándalo es poderosa no por lo que dice, sino por qué tanto nos podemos reflejar en la perversión de cada personaje.
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