Bárbara Lennie (‘Los Tigres’): «Lo que sostiene verdaderamente a la película es el vínculo entre los hermanos»

‘Los Tigres‘, el noveno largometraje del sevillano Alberto Rodríguez es un thriller dramático que sigue a Antonio (Antonio de la Torre), un buzo de renombre conocido por ser El Tigre, y Estrella (Bárbara Lennie), dedicada al estudio del fondo marino; dos hermanos que viven juntos y trabajan en una barcaza en el pueblo químico de Huelva.
La película se apoya en la tensión derivada de los espacios, de la propia peligrosidad de la profesión de buzo industrial, para introducir el verdadero quid de la cuestión: la especial e intensa relación que hay entre los hermanos. «Es una película muy grande, con muchos factores estéticos y éticos potentes, pero al final lo que sostiene la película es este vínculo«, nos cuenta Bárbara Lennie en una entrevista para eCartelera mientras reflexiona sobre las personalidades de ambos personajes: «Que se quieran y a la vez se detesten, que se necesiten y a la vez solo se echen reproches y balones fuera. No es una relación de amor a uso, sino una relación de amor familiar«.
Este vínculo fraternal traspasa la pantalla. «Pasábamos mucho tiempo juntos y, de alguna manera, se dieron una serie de circunstancias en las que nos cuidamos, y eso generó una empatía mutua«, continúa Antonio de la Torre, que rememora un momento muy concreta que refleja hasta dónde ha llegado la relación ficcional. «Había una escena muy salvaje que a mí me encantaba, la reacción a cuando me entero de que tengo el problema en el corazón, que luego se cambió. Tiraba por la ventana la bandeja y parecía que era algo normal. Ella decía ‘¿Le has dado a alguien? ¿No? Vale'».
Hay algo primitivo, salvaje, de la manera que tienen ambos ya no solo de interactuar entre sí, sino también con su entorno, alejada de los instintos sociales habituales. Se instala como una normalidad que ambos han aceptado. «Son un poco salvajes, como dos animales. No han sabido mucho insertarse en la sociedad estos dos», afirma Lennie, añadiendo que «no son capaces de expresarse bien; no están muy conectados con lo que les pasa consigo mismos ni con el otro. Han sido educados en otras cosas pero en la educación sentimental«.
Pero ni siquiera estando en este mismo punto logran entenderse, y entre ellos la dinámica no está para nada equilibrada. Estrella es la hermana pequeña y desde su lugar aporta el raciocinio que le falta a Antonio, tiene actos de cuidado que no son correspondidos y toda esa responsabilidad que ha ido desarrollando con los años ha dejado huella en su forma de ser y estar. «Parece que la película justamente pone la visión ahí, lo cuestiona, le da la oportunidad al personaje de pensar que puede salir de ese lugar, tener una vida diferente«, reflexiona Lennie sobre su personaje.

«Es una responsabilidad my femenina. Creo que muchas de nosotras nos podemos identificar con un lugar de cuidados, un lugar de sostener al otro, de poner como pie a tierra. Es un rol femenino que tiene unas cosas maravillosas y otras que son realmente pesadas. Que renuncias a tu libertad individual, a tu crecimiento, que pienses más en el otro que en una misma. La parte buena del cuidado es que está lleno de generosidad y ternura también».
«También es clave cómo ella está peleada con ese sitio«, continúa la actriz, «porque si tú estás en ese lugar y lo disfrutas, pues qué bien, muchas mujeres lo hacen y es una opción de vida, como otra, lo que pasa es que ella no lo está y lo padece mucho». Antonio no es consciente de todo este desequilibrio, y esa es la raíz del conflicto, no garantizar a Estrella su espacio ni ser agradecido con ella. «Llevan al personaje de Antonio hasta el límite de lo físico (…) para que pueda tener una oportunidad de cambio, salir de un lugar que a él tampoco le está haciendo bien«.
La complejidad del trabajo técnico y una ardua labor de documentación
El mundo interior de estos personajes se inserta a la vez en una trama principal de acción y suspense: la vida en la barcaza, el trabajo de los buzos industriales. «El intento era encontrar el equilibrio entre una película enorme, muy destartalada, la de toda esa parte industrial que tiene la petroquímica (…) frente a la forma en la que se mueve el ser humano, que es una escala diminuta (…) Una historia de personaje, que en el fondo era lo que nos interesaba», nos cuenta Alberto Rodríguez, que ha vuelto a trabajar en el guion con Rafael Cobos en su nuevo filme.
Recrear el buceo tuvo sus complicaciones: «Ha tenido una parte de aventura importante. No sabíamos muy bien si al día siguiente se iban a poder hacer las cosas que pretendíamos; no sabíamos cómo iba a estar el mar«, continúa diciendo el director. La idea de entrar de lleno en esta profesión vino de un primer interés por la industria petroquímica: «El mundo industrial está muy poco representado en el cine últimamente. Empezamos por ahí y, de pronto, nos contaron que había unos buzos que se encargaban de conectar las tuberías de la petroquímica a los petroleros gigantes que llegaban a Huelva y no podían entrar en el puerto».
Mientras que las escenas bajo el agua, por su naturaleza extraordinaria, pudieran parecer las más complejas, Rodríguez afirma que lo más duro era conseguir un petrolero para una serie de secuencias. «Eso era bastante aparatoso. Quizás eso era lo más complicado, y luego rodar en el barco, porque en realidad es muy pequeño y estábamos en alta mar. Donde suele haber una tripulación de ocho, había veintitantas personas dando vueltas escondiéndonos cada vez que la cámara giraba».
Antonio de la Torre y Bárbara Lennie también sufrieron las consecuencias de grabar en un barco que, como cuentan, era para la ría de Bilbao. «Imagínate lo que se movía aquello«, comenta Lennie, a lo que De la Torre responde: «Parte del equipo se mareó y Bárbara y yo, como dos jabatos, aguantamos. Mi teoría es que, de una manera inconsciente, los dos sabíamos que no nos podían evacuar. Es que se para la peli«. Ambos tuvieron que someterse a unas diez horas al día en un barco no preparado para el mar.

La película es, en general, mucha verdad; un propósito que tenía muy claro el cineasta: «Pensamos que si la terminábamos haciendo con unos cromas en un muelle, la sensación que íbamos a obtener era completamente distinta a lo que hemos hecho. Por eso realmente ha merecido la pena correr el riesgo». Lennie añade al respecto que ‘Los Tigres’ «es un retrato de una sociedad, de un lugar muy concreto como la petroquímica de Huelva, donde se sucede esa relación tan extraña entre Doñana, que es una reserva natural increíble, y el petróleo», añade Lennie, que valora todo ese espacio como un personaje más que interactúa con el resto.
«Para mí la película tenía un tono melancólico desde el principio. También el pueblo químico de Huelva creo que lo tiene, asegura Rodríguez. «Es un pueblo que se desarrolló mucho pero luego se ha ido desmontando progresivamente, y ahora queda como un recuerdo de aquello y prácticamente solo la petroquímica». El paisaje es extraño, inédito, con fábricas a un lado y la naturaleza, explotando de vida, al otro. «Hay veces que ves todas las luces de la petroquímica y, por encima, los flamencos, de vuelta de Doñana«.

El sevillano está de acuerdo en que, si hay algo que valora mucho de la película, es el aprendizaje. Con muchos proyectos ya a sus espaldas, ‘Los Tigres’ se enmarca en su filmografía como el cuarto thriller que ha llevado a cabo, manteniendo la esencia de todos sus trabajos, que siempre se preocupan por estar cerca de los márgenes.
‘Los Tigres’ llegan el 31 de octubre a las salas de cine.

No hay comentarios