Cacería en Venecia – Crítica de la película

Cacería en Venecia – Crítica de la película

Kenneth Branagh sabe cómo despistar a la audiencia utilizando su reputación de cineasta clásico. La mayor prueba de esto se encuentra en su más reciente película, Cacería en Venecia, tercera entrega de su reinvención de las aventuras de Hercule Poirot, el siempre refinado y astuto detective creado por Agatha Christie.

La cinta, adaptación libre de la novela Hallowe’en Party, escrita por Christie y publicada en 1969, se promovió por mucho tiempo antes de su estreno como un extraño híbrido entre el whodunit y el terror. En efecto, esto es lo que se obtiene con el metraje, pero la mezcla no se queda como un simple experimento. Va mucho más allá.

La película Cacería en Venecia.

Aquí, si bien quedamos maravillados por la destreza con la que se fusionan ambos géneros, la sorpresa no llega cuando nos damos cuenta de lo bien que se complementan los elementos que pertenecen a cada uno de ellos, sino cuando comprendemos que Branagh tiene la habilidad para darle frescura a algo que podría ser repetitivo y tedioso.

Esto queda claro al analizar el guion, escrito por Michael Green. En realidad, Green no ofrece nada nuevo a un nivel superficial. En la década de los 40, estamos ante un Poirot ya retirado (otra vez interpretado por Branagh), quien es invitado por su amiga Ariadne Oliver (Tina Fey) a una sesión de espiritismo que tomará lugar después de una fiesta de Halloween en la ciudad italiana de los canales y las góndolas. Sin embargo, tras la sesión, comienzan a suceder asesinatos inexplicables.

película cacería en venecia

La adaptación ya no se molesta en presentarle poco a poco al público las piezas habituales de una obra de Agatha Christie. Sabemos que a Poirot no se le va una, y que el ecléctico grupo de personas que están alrededor del misterio oculta secretos profundos. Pero es aquí donde entra el gran engaño del director: nos hace pensar que, como ya conocemos el camino que siguen sus obras, éste será un visionado sencillo cuya historia “simple” será un mero entretenimiento.

Branagh, de una forma abrupta –quizá demasiado, para muchas personas– separa este proyecto de la excesiva frivolidad que cubría a sus antecesoras en la saga, Asesinato en el Expreso de Oriente (2017) y Muerte en el Nilo (2022). No es que esas cintas aportaran poco al género policiaco y de detectives, pero sí destacaba mucho en ellas el aura de la superproducción. Se trataba de pequeñas fiestas que sucedían en el set, en las que los elencos, conformados en su gran mayoría por astros de Hollywood, se divertían recitando diálogos rimbombantes y resolviendo el caso en turno.

Pero este filme se decanta por presentar la historia con una atmósfera mucho más pesada y temáticamente relevante. Los sustos se recargan en el truco convencional del jumpscare. No obstante, vienen acompañados de una melancolía omnipresente, insertada en el guion para compensar la falta de innovación en la fórmula de “presentación de los sospechosos, enredos varios, resolución”.

Los fantasmas, que no tardan en aparecer, son símbolos para hablar de la culpa, el duelo, el escepticismo y la ambición. Además, también se hace gala de un diseño de producción majestuoso y nada artificial, cortesía de John Paul Kelly, quien le da un toque moderno a un entorno gótico.

Aunado a esto, para acentuar la elegante angustia, están las interpretaciones del ensamble. Kenneth Branagh, Tina Fey, Michelle Yeoh, Jamie Dornan, Riccardo Scamarcio, Jude Hill, Kyle Allen y Kelly Reilly se desenvuelven con sutileza en sus actuaciones, pero siempre manteniendo la potencia requerida para comunicarle al público que en su cabeza pasan muchas más cosas de lo que sus miradas dejan ver.

Cacería en Venecia, entonces, no debería ser recordada sólo por ser una obra que junta elementos que no suelen estar juntos, sino por la maestría con la que esos elementos se trasladan a un conjunto que, a pesar de estar dirigido con sensibilidad teatral que bebe muchísimo del estilo de Hitchcock, se adapta al espíritu de los tiempos actuales porque se atreve a hacernos dudar de lo que se puede considerar real en medio de todo lo que nos rodea. Hoy, más que nunca, tenemos que cuestionarlo todo.

autor Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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