En el año 2017 fui al cine a ver una película de la que me sabía toda la trama. Cuando Wonder Woman, el debut en solitario de la Mujer Maravilla de Gal Gadot, llegó a las carteleras españolas ya llevaba casi un mes estrenada en Estados Unidos. Los medios internacionales lo habían contado todo sobre ella y por mi trabajo me tocó leer prácticamente todo sobre el filme dirigido por Patty Jenkins. Estaba al tanto de quién moría y cuándo, de quién era el verdadero villano, de los momentos clave de la historia y del destino que le esperaba a la heroína de DC en el desenlace de la película. Y, pese a todo esto, disfruté mucho de Wonder Woman.
Esta fue la experiencia que me hizo darme cuenta de que no pasaba nada si me comía algún ‘spoiler’ de uno de los estrenos más esperados del año. Y, a partir de ahí, he llegado a un punto en el que no me importa meterme en Twitter o Instagram y que me escupan a la cara una imagen o vídeo que desvela un punto clave de la historia. He aprendido a que me den igual los ‘spoilers’ y me he quitado un peso de encima.
LA BODA ROJA: MI PRIMER GRAN ‘SPOILER’
Llegué un poco tarde a este mundo en el que prima el secretismo. Mi primera experiencia tuvo que ver con la famosa Boda Roja de Juego de Tronos. Cuando terminó el episodio compartí en Twitter lo que creía que era un comentario gracioso sobre lo acaba de ver, y me topé con la ira de aquellos que habían leído mi tuit y no habían llegado todavía a esa parte de la ficción.
Descubrí que a la ilusión y las expectativas de la llegada a los cines de una película o el estreno de una serie en una plataforma de ‘streaming’, ahora hay que añadir la ansiedad de tener que andarse con pies de plomo por Internet y taparse los oídos cuando un amigo o compañero de trabajo hace un comentario sobre la trama del título en cuestión. Siempre alerta. Y a ese sentimiento también hay que sumar el enfado, la ira y la decepción cuando pasa lo inevitable: el temido “comerse un ‘spoiler” que, ante la distancia y anonimato de las redes sociales, suele venir acompañado de más de un insulto.
He dejado de ver series porque me generaba ansiedad y sé que no soy la única
Aunque he seguido lo descrito -no tan al pie de la letra- en el pasado cuando era yo la que recibía la información no deseada, he llegado a la conclusión de que esa furia y rabia no me compensan y que vivo mucho más tranquila reduciendo la ecuación a su mínima expresión: el placer de saber que voy a poder ver el proyecto completo y no solo partes de él sin contexto. Y lo satisfactorio que es descubrir cómo y la razón por la que se llega a ese punto de inflexión en la historia en lugar de quedarse solo en una única imagen de la narrativa.
NADIE ESTÁ A SALVO
Es cierto que las distribuidoras cada vez se lo ponen más fácil a aquellos que no pueden soportar toparse con un ‘spoiler’ -no sé si mantener el misterio supone mayor cantidad de gente acudiendo a las salas. También algunos directores y actores han pedido que estos no se compartan en redes. Incluso tenemos algunos ejemplos de intérpretes mintiendo sobre el futuro de su personaje: recuerda a Kit Harington diciendo que Jon Nieve no volvía en la sexta temporada de Juego de Tronos. Estrategias totalmente respetables. Pero eso no significa que estemos a salvo de los ‘spoilers’.
Otro ejemplo: Fui a ver Spider-Man: No Way Home sabiendo que Matt Murdock/Daredevil (Charlie Cox) y los Peter Parker de Andrew Garfield y Tobey Maguire iban a aparecer en la película. ¿Eliminó eso el factor sorpresa que hizo a todos en el cine gritar y aplaudir? Un poco. Pero ver y escuchar a la gente vitoreando también es algo para experimentar y celebrar. ¿Supuso saber los ‘spoilers’ más gordos de la película de Jon Watts que no disfrutara del filme? Para nada. Me lo pasé en grande. Además, hay algo que una foto pixelada en redes sociales o el comentario de alguien nunca pueden conseguir: ver a los tres Peter Parker en acción, trabajando en equipo y colgándose a la vez con sus telarañas de la Estatua de la Libertad en una pantalla grande. Lo que sientes como espectador cuando llega ese momento solo se puede conseguir sometiéndose y dejándose dominar por la experiencia que da un cine.
Mi casi impasibilidad a la hora de toparme con un ‘spoiler’ -es imposible no experimentar alguna sensación cuando ocurre, pero se puede sobrevivir a ella- me ha llevado a recordar lo que ocurría en el pasado, cuando las cosas no se mantenían guardadas bajo llave como si la vida de muchos dependiera de ello. Veías las películas de animación de Disney una y otra y otra y otra y otra vez como si fuese la única cinta en VHS que tenías guardada en el armario de la tele. ¡Pero si hasta anunciaron la muerte de Chanquete en la prensa escrita antes de que ocurriera en Verano Azul!
Mi generación, la de los 90, creció con grandes revelaciones introducidas a fuego en la cultura popular. Cumplimos años sabiendo que Darth Vader era el padre de Anakin Skywalker y Leia Organa antes de ver Star Wars, que Indiana Jones siempre se salvaba y que para el lugar al que iban Doc y Marty McFly no hacían falta carreteras. Y no suponía ningún problema. Se disfrutaban igual. Así que, antes de llevarte un mal rato o pasar de Bruce Banner a Hulk en redes sociales por comerte un ‘spoiler’, haz mejor esto: relájate y deleitate igualmente con la película o serie en cuestión que tienes muchas ganas de ver. Créeme: no es tan importante.
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