La Cenicienta: El clásico animado que salvó a Disney de la ruina

Para nadie es un secreto que Disney ha marcado a millones de espectadores con sus clásicos animados. A lo largo de varias décadas, la casa de Mickey Mouse ha presentado historias llenas de magia, villanos icónicos, y mensajes que han trascendido de generación en generación. Pero, irónicamente, no todo en la historia de la compañía ha sido un cuento de hadas. Hubo un tiempo en que Disney corría peligro, y como si de una aventura mágica se tratara, la noble Cenicienta se convirtió en encargó de salvar el día. O, mejor dicho, muchos días.
Si se quieren apreciar los logros de La Cenicienta, es necesario entender el contexto histórico donde se estrenó. El periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial presentó retos en diversos sentidos. No sólo se respiraba un ambiente de tensión, la situación financiera de muchos se encontraba en grandes problemas. Si no había el dinero suficiente para aspectos esenciales, mucho menos para el entretenimiento.
E incluso si había dinero, lo cierto es que no muchas personas tenían ganas de ver películas. Claro, perderse en una historia en pantalla a lo largo de 70, 80, 90 o más minutos podía servir como entretenimiento, pero simplemente no había ánimos para hacerlo. Curiosamente, el auge de la televisión preocupaba a los dueños de los cines y a los estudios encargados de producir películas. Poco a poco, el entretenimiento casero se convertía en una realidad, y nadie sabía las consecuencias que eso podría tener.

Walt Disney atravesaba por tiempos difíciles. Las producciones lanzadas por su estudio en la década de los 40 habían sido bien recibidas por los espectadores, pero no muchos las habían visto en realidad. Fantasía, Bambi y Pinocho son ejemplos de ese cine que no cumplió con las expectativas de la compañía. Lejos se vislumbraban los tiempos donde los cortos animados y Blanca Nieves habían sido grandes éxitos.
Si no hacía algo, el animador, productor y guionista se enfrentaría al escarnio público por perderlo todo. De hecho, ya debía millones de dólares a instituciones financieras. Entre decenas de ideas y posibles soluciones, pronto llegó la correcta. Y ésta tenía la forma de una joven bella, sucia y desarrapada, pero con un gran corazón: La Cenicienta.
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Claro, no se trataba de una historia original, sino de un cuento escrito hace muchos años. Su historia narraba las desventuras de una joven huérfana que sufre ante los maltratos de su madrastra, Lady Tremaine, y sus hermanastras: Drizella y Anastasia. El apodo de Cenicienta surge del aspecto sucio y lleno de ceniza que la caracteriza, todo gracias a las labores domésticas que realiza. Su suerte cambia cuando en el palacio real se organiza un baile y, con ayuda de su hada madrina, Cenicienta conoce al hijo del Rey. En ese momento, ambos quedan profundamente enamorados.

Las labores para llevar La Cenicienta a la pantalla comenzaron en 1948. El equipo detrás de la película tenía claro que no podía fracasar, y que el futuro de Disney como estudio estaba en sus manos. Walt Disney se encargó, aun con sus deudas, de encontrar financiamiento para realizar el proyecto. Con $3 millones de dólares (MDD), los nueve ancianos de Disney comenzaron a trabajar.
Se le conoce como nueve ancianos al grupo de animadores de la edad de oro de Disney, esos que le dieron a la compañía sus mejores éxitos y marcaron un antes y un después en la animación. Les Clark, Frank Thomas, John Lounsbery, Eric Larson, Ollie Johnston, Ward Kimball, Milt Kahl, Marc Davis y Wolfgang Reitherman fueron los miembros de tan peculiar animación.
Dos años duró la producción de la cinta, que tenía una tremenda responsabilidad sobre sí. La Cenicienta no sólo tenía que justificar la inversión millonaria de Disney, también debía cubrir gran parte de las deudas del estudio, renovar la confianza de la audiencia en él y, de paso, conseguir que retomara sus conexiones con los mercados europeos de exhibición. Estos se habían perdido tras la Segunda Guerra Mundial.
Curiosamente, la película fue filmada en live action antes de ser animada. Los animadores querían referencias de ciertos gestos y movimientos faciales para basarse en ellos:
“Puedes acercarte a una secuencia de dos maneras: Lo puedes hacer de la manera dura, que es empezar desde cero, animarlo como lo vez en tu cabeza y terminar con una primera versión. O puedes usar el live action para que eso te dé una primera versión. También ayuda para mantener al personaje de una forma constante a lo largo de la película, especialmente porque, generalmente, una persona no anima todas las escenas de un personaje”, señaló Marc Davis hace algunas décadas (vía).

Hubo demasiado empeño en hacer que La Cenicienta salvara a Disney. Los artistas detrás de ella querían que la audiencia no la viera como una película animada más. Querían que fuera un referente. Cenicienta y Lady Tremaine tenían que lucir reales, como dos personas que el público pudiera conocer; pero los animales, las hermanastras y el hada madrina tenían que mantener esa parte caricaturesca, divertida y llena de magia.
En 1950, La Cenicienta llegó a los cines. Y pronto se convirtió en todo un éxito rotundo. Si bien, su recaudación no llegó a niveles récord, fue suficiente para cumplir con las expectativas de su estudio. Mejor aún: puso los ojos de la industria sobre Disney, pero no por sus malos resultados, sino por el brillante futuro que poco a poco se notaba.
Como un accidente fortuito, la música de la película se convirtió también en un clásico. “Bibbbidi Bobbidi-Boo”, tema interpretado por el hada madrina, alcanzó niveles de éxito inimaginados. Walt Disney comercializó la banda sonora y fue un gran acierto: durante meses se mantuvo en la lista de los materiales sonoros más vendidos. De la misma manera, miles de muñecas, vestidos y recuerdos de la película se vendieron como pan caliente.
Al final del día, La Cenicienta cumplió su cometido y le trajo alegrías a Walt Disney: demostró que esa zapatilla de cristal era suya, y también salvó los sueños e ilusiones de muchos empleados. La nueva reputación de Disney permitió que historias como Alicia en el país de las maravillas o Peter Pan llegaran a los cines en años posteriores. Y el resto es historia.

Gracias al éxito obtenido en su año de estreno, La Cenicienta obtuvo un relanzamiento tiempo después en Estados Unidos y otras partes del mundo. Claro, sus $96 MDD recaudados hoy no parecen mucho, pero en aquellos años fueron suficientes para celebrar por todo lo alto.
Para muchos estudiosos del tema, e incluso para los amantes de Disney, el éxito de La Cenicienta fue un conjunto de diversos factores. La historia de su protagonista es totalmente aspiracional, pasó de tener nada a gozar de la absoluta felicidad, algo con lo que el público de la época se sentía identificado. Por otro lado, retrató esa idea del amor con la que muchos han soñado a lo largo de los años. Y, finalmente, también hizo uso de la magia para cambiar el destino de su personaje principal. ¿Quién no ha querido tener a su hada madrina para convertir una calabaza en un carruaje? Como consecuencia del éxito, ésta historia se ha llevado en varias ocasiones a la pantalla grande.
De una gran manera, Disney demostró que el trabajo honesto, lleno de esperanza y buenas intenciones, puede traer los mejores resultados. Si ustedes son fanáticos de este clásico animado, ¿qué los hizo amar la historia de la noble Cenicienta? Recuerden que pueden disfrutar la película, ahora en formato 4K, dentro del catálogo de Disney Plus.

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