La magia de Kyoto Animation: Historia y contribuciones al mundo del anime
El 18 de julio de 2019 será recordado como el día más oscuro en la historia del anime. Alrededor de la 10:30 de la mañana, Shinji Aoba –un ex convicto con problemas de salud mental– forzó su entrada en las instalaciones del Estudio 1, un emblemático edificio amarillo de tres pisos, ubicado en el suburbio sereno de Uji, donde tenía lugar la mayor parte del trabajo de producción de Kyoto Animation. Armado con 40 litros de gasolina, el hombre de 41 años desató un incendio que derivó en el asesinato masivo más grande registrado en Japón desde la Segunda Guerra Mundial.
Informes periciales señalan que el destino de los 70 empleados presentes en aquel momento se definió apenas en los 30 segundos posteriores a la explosión inicial. Las llamas ardieron sin descanso durante cinco horas y no se extinguieron por completo hasta la mañana siguiente, convirtiendo al inmueble que algún día fue sinónimo de vitalidad, gracias a la imaginación desbordante de sus artistas, en un cascarón inerte. Para la noche, los rescatistas habían recuperado los cuerpos de 33 empleados fallecidos a causa de las quemaduras y/o por intoxicación por monóxido de carbono; otros 36 empleados resultaron heridos, varios de ellos de gravedad. Tres personas más perderían la vida en el hospital durante las semanas y meses subsecuentes. El siniestro dejó un saldo total de 36 decesos: 22 mujeres y 14 hombres, la gran mayoría entre 20 y 30 años de edad.
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La noticia recorrió el globo. En unas horas, el hashtag #PrayForKyoAni se convirtió en tendencia mundial, enmarcado por un genuino desconcierto ante la naturaleza del retorcido atentado. Políticos, empresarios y otras figuras de las altas esferas del poder expresaron sus condolencias a las víctimas. Millones de fanáticos del estudio inundaban las redes con mensajes acerca de la marca indeleble que sus producciones habían dejado en sus vidas. En paralelo, la comunidad del anime emprendió distintas campañas de recaudación y otras modalidades para externar su apoyo a una organización célebre por un ambiente laboral progresivo, que se ve reflejado en uno de los portafolios más pulcros en la historia de la animación.
“KyoAni ayudó a convertir el anime en una forma de arte para el gran público”, declaró el director Makoto Shinkai (your name.) en entrevista con THR. “Su trabajo tiene esa clase de poder”.
Una utopía artística
¿Qué hace tan especial a Kyoto Animation? Desde el ámbito creativo, las obras de KyoAni siempre han brillado por su naturaleza humanista y un deseo continúo por empujar los límites de la animación hasta niveles revolucionarios. En el aspecto empresarial, KyoAni se ha forjado una reputación valiosa a lo largo de cuatro décadas por construir un ambiente laboral idílico dentro de una industria que no suele tratar a sus artistas con el mismo respecto y cuidado con el que estos desempeñan su labor, a la par de abrir espacios y ver oportunidades en lugares donde muy pocos se atreverían siquiera a intentarlo. No obstante, como toda historia digna de ser contada, el camino para llegar ahí ha sido largo.
De orígenes humildes, los inicios de Kyoto Animation se remontan hasta 1981. Yoko Hatta, una pintora con experiencia en el mítico estudio Mushi Production, acababa de mudarse a Kioto, luego de contraer matrimonio con Hideaki Hatta. Ella y su esposo decidieron emprender un pequeño negocio de coloración de celdas de animación, junto a otras amas de casa del vecindario. ¿Su nombre? Kyoto Anime Studio. El objetivo era absorber aquellos trabajos que los grandes estudios en Tokio delegan a empresas en el extranjero. Tras un inicio promisorio colaborando en diversas obras de Tatsunoko Production y Sunrise, el matrimonio Hatta tomó una decisión trascendental a mediados de la década de los 80: establecer formalmente una compañía. Hideaki asumiría el cargo de presidente, lo cual liberaría a Yoko para actuar como la verdadera jefa de operaciones detrás de bambalinas.
Kyoto Animation Co. Ltd. nació oficialmente en 1985. Paulatinamente, la compañía sumó a sus filas a una cuadrilla de animadores, un equipo de arte y un departamento de fotografía. Con ello inicio a una nueva etapa de autoaprendizaje con toda clase de tareas menores de producción para títulos y franquicias renombradas como Neon Genesis Evangelion, Cowboy Bebop, InuYasha, Gundam, Pokemón, Crayon Shin-chan, Doraemon e incluso algunos filmes como Akira (1988) o Kiki: Entregas a domicilio (1989) y Porco Rosso (1992), de Studio Ghibli. Su trabajo pronto obtuvo notoriedad a causa de su elevada calidad, producto de una combinación entre artistas experimentados y la búsqueda constante de nuevos talentos que radicasen en un territorio virgen para la industria como lo era la Prefectura de Kioto.
Entonces, la industria japonesa comenzó a abandonar las celdas de animación a inicios del siglo XXI. La compañía vio la oportunidad de adelantarse a otras productoras en el mercado y convertirse en una de las pioneras de la próxima revolución: del papel a la animación digital. Preparado finalmente para encabezar sus propios proyectos, KyoAni estrenó la OVA original de fantasía y aventura Munto en marzo de 2003, que se sostiene hasta nuestros días como uno de los debuts más prodigiosos para cualquier estudio nipón. Ese mismo año, recibirían el voto de confianza de Fuji TV y la editorial Kadokawa para producir su primera serie en solitario: Full Metal Panic? Fumoffu, un spin-off de la popular franquicia Full Metal Panic! ¿El resultado? Una excepcional carta de presentación que incluso les valió asumir el control más adelante de la segunda temporada de la saga principal.
Ante el buen recibimiento del público, la desarrolladora Key decidió apostar por Kyoto Animation como estudio de cabecera para adaptar algunas de sus novelas visuales más icónicas: Air, Kanon y Clannad; mientras que Kadokawa les concedería títulos de la talla de Haruhi Suzumiya o Lucky Star. Las producciones en cuestión tuvieron un éxito masivo a nivel local e internacional, aunque la consolidación de su sello visual aún estaba por venir. El estudio delegó la responsabilidad de adaptar un manga llamado K-On! a una talentosa animadora de apenas 24 años: Naoko Yamada. Con dicha serie, KyoAni perfeccionó la estética moe y narrativa del género ‘recuentos de la vida’ que ha caracterizado a casi todos sus trabajos desde entonces. Un fenómeno cultural que tiene el honor de ser la primera franquicia anime en vender más de medio millón de discos en Blu-ray.
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Apoyado en su prestigio, KyoAni asumió otro riesgo en 2009, con la celebración de la edición inaugural de los Kyoto Animation Awards, un concurso anual de novelas ligeras que ofrecería a los ganadores la publicación de la obra y una potencial adaptación al anime. Este modelo revolucionario les permitió volverse autosuficientes al ser dueños de propiedades intelectuales de las cuales fungen como sello editorial y casa productora. Algunos de los títulos ganadores o acreedores de menciones honoríficas del concurso que ya dieron el salto a la pantalla incluyen: Amor, Chūnibyō y Otros Delirios, Más Allá del Límite, Free!, Myriad Colors Phantom World, Tsurune y la joya Violet Evergarden.
Desde luego, el estudio sigue adaptando materiales externos, pero sus elecciones ahora parecen motivadas únicamente por su pasión por el material de origen. Así lo demuestran: Nichijō, Hyōka, Amagi Brilliant Park, Sound! Euphonium, Miss Kobayashi’s Dragon Maid o la aclamada película Una voz silenciosa (2016).
En muchos sentidos, KyoAni representa una maravillosa anomalía dentro del ecosistema del anime. No es secreto que la mayoría de los estudios nipones operan bajo esquemas de outsourcing. Esto quiere decir que todo el trabajo –dirección, guion, animación– se encomienda a freelancers, quienes, en muchos casos, deben trabajar al mismo tiempo en múltiples producciones sólo para poder subsistir ante las deplorables compensaciones económicas y el elevado costo de vivir en Tokio. En contraste, la nómina de KyoAni se compone por cerca de 200 empleados que perciben un salario digno, trabajan en horarios sensatos y gozan de todos sus derechos laborales. ¡Incluso tienen una escuela para entrenar a futuros animadores! El estudio conserva además la voz primordialmente femenina que le ha caracterizado desde sus albores. Contrata usualmente a más mujeres y las promueve a posiciones de poder en el plano creativo y administrativo, algo atípico dentro de cualquier industria audiovisual.
Todo lo que hemos mencionado hasta ahora se ve reflejado en las series y películas que han desarrollado para 21 propiedades intelectuales. Con su personal bajo un mismo techo, una voz claramente definida y un control absoluto de su cronograma, las producciones de Kyoto Animation son sinónimo de calidad y consistencia temática. Un portafolio que sirve como antítesis a aquellos anime que ofrecen vastos universos narrativos y tramas intrincadas como una vía de escapismo para los espectadores. En su lugar, el estudio opta por regalarnos viajes introspectivos a un período particular en la vida de sus personajes. Obras que enaltecen el amor y los lazos que forjan con seres queridos, así como el compromiso y la dedicación para perseguir sus metas.
Aquí el estilo de KyoAni brilla por su método inmersivo de narración audiovisual caracterizado por una dirección impecable y animación expresiva que explota toda herramienta disponible –composición, color, iluminación, actuaciones de voz, diseño de sonido, música– para capturar las emociones de un instante, creando secuencias que se sienten genuinamente reales. Sus artistas son guiados por un deseo simple: subrayar la belleza y la magia de lo cotidiano, atesorando los pequeños momentos que nos hacen humanos.
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Un legado que vivirá
Un pequeño milagro ocurrió en las semanas posteriores al atentado. Aunque la mayoría del arte en papel y los ordenadores se perdieron durante el incendio, el equipo logró rescatar de entre los escombros miles de horas de trabajo en un servidor de datos aislado en una habitación rodeada completamente por concreto. En tanto, las campañas de recaudación alrededor del mundo obtuvieron fondos por casi $31 millones de dólares. Hideaki Hatta, presidente de Kyoto Animation, insistió en que todas las donaciones se destinasen a las víctimas y sus familias. Finalmente, la demolición del Estudio 1 se completó el 28 de abril de 2020. Pese a la promesa de levantar un memorial, la propuesta enfrentó resistencia por parte parte de los vecinos de la pacífica zona residencial.
Por su parte, Shinji Aoba, autor material del incendio, fue atrapado a 100 metros de la escena del crimen. El hombre fue ingresado en un hospital a causa de las quemaduras que sufrió en 90 por ciento de su cuerpo. Tras recuperarse de las lesiones, el criminal fue arrestado formalmente por las autoridades el 27 de mayo de 2020. El móvil del ataque fue el supuesto plagio a una obra suya presentada en el concurso anual de Kyoto Animation; acusación que fue refutada. Se condenó a pena de muerte al multihomicida finalmente el 25 de enero de 2024.
Pese a los esfuerzos del estudio por mantener en secreto los nombres de las víctimas, la policía local dio a conocer eventualmente todos los nombres de directores, animadores, productores, diseñadores de personajes, artistas de fondos, entre otros empleados, que perdieron la vida. Desde Megumi Ōno, una prometedora pintora de 21 años recién contratada y formada en la escuela de KyoAni; pasando por el director Yasuhiro Takemoto, de 47 años, responsable por producciones como Lucky Star, La desaparición de Haruhi Suzumiya o Miss Kobayashi’s Dragon Maid; hasta llegar a Yoshiji Kigami, de 61 años, una auténtica leyenda en la industria que dio vida a algunas de las escenas más icónicas en la historia del anime, siendo uno de sus últimos trabajos la brillante secuencia “¡Quiero mejorar!”, donde Kumino corre entre lágrimas de frustración a través del puente de Uji en Sound! Euphonium.
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Para el personal de KyoAni retomar su arte ha sido la mejor forma de honrar la memoria de sus colegas y amigos. De hecho, fueron pocos quienes optaron por renunciar tras el ataque incendiario. El estudio comenzó a reclutar personal nuevamente en julio de 2020 y ya ha regresado por todo lo alto con el estreno de las películas como Violet Evergarden: The Movie (2020), Free! The Final Stroke (2021-2022) o Tsurune: The First Shot (2022), así como las segundas temporadas de Miss Kobayashi’s Dragon Maid y Tsurune. En puerta, la casa de animación está preparando la largamente esperada tercera temporada de Sound! Euphonium y la adaptación de la novela ligera 20th Century Electricity Catalog –ganadora de una mención honorifica en los Kyoto Animation Awards de 2017–.
El arte tiene una profunda habilidad para inspirar a las personas. Y la obra de Kyoto Animation continuará cautivando los corazones de las generaciones por venir. Hablamos del estudio que nos recordó que las “cosas divertidas son divertidas”. Aquel nos enseñó que tarde o temprano, “todos nos enamoramos de alguien”. Ése que nos motivó a “ser especiales”. Pero sobre todo es el estudio que, con cada proyecto, encuentra más razones para “ayudarnos a vivir”.
“Deseamos expresar nuestra más profunda gratitud a todos aquellos que siempre nos han apoyado”, expresó Kyoto Animation en un conmovedor video memorial emitido en el primer aniversario del atentado. “Continuaremos produciendo animaciones que nutran las esperanzas, los sueños y muevan las emociones de todos alrededor del mundo. Por favor, manténganse pendientes de nosotros”.
Una versión de este artículo fue publicada originalmente en Cine PREMIERE No. 310, en julio de 2020.
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