Misántropo – Crítica de la película

Misántropo – Crítica de la película

Como sucede con cualquier otra fórmula fílmica, si las ideas son lo suficientemente buenas, estas propuestas se pueden reinventar satisfactoriamente. Pasados 24 minutos desde el inicio de la película Misántropo, caemos en cuenta de cómo el proyecto será muy distinto a otros que tratan sobre cacerías de asesinos seriales. Se trata de un breve diálogo en el que Lammark (Ben Mendelsohn), el jefe de investigación del FBI, le ofrece un consejo a la joven oficial Eleanor Falco (Shailene Woodley): “Sé una artista, no una policía”.

Los thrillers procedimentales y policiacos se han vuelto tan comunes dentro de la oferta cinematográfica que la mayoría de sus elementos ya son identificados sin mayor problema por el público que usualmente los consume. Así, cualquiera pensaría que ya no hay razones para seguir explorando –y explotando– este subgénero. Pero la realidad es que todavía le queda mucho para dar.

Crítica de la película Misántropo.

El director, Damián Szifron, lo sabe y por eso, de forma engañosa, presenta su cinta de manera un tanto convencional. Antes del diálogo mencionado en el párrafo inicial, lo que vemos es un explosivo y sangriento atentado en el que el asesino aprovecha una celebración de año nuevo, con fuegos artificiales incluidos, para eliminar a varios ciudadanos en un tiroteo. Después de eso, Lammark le propone a Falco una alianza. Ella será el enlace entre el Buró Federal de Investigación y el Departamento de Policía de Baltimore.

El objetivo de los involucrados en la producción es hacerle pensar al espectador que esta será otra cinta que obedezca reglas que ya han sido utilizadas antes. No obstante, de un momento a otro, todo cambia, y se convierte en algo más que un simple juego del gato y el ratón. Es momento de que los personajes se conviertan en artistas.

película misántropo

Sin previo aviso, el guion, escrito por Szifron y Jonathan Wakeham deja de lado la estructura narrativa clásica que nos lleva del punto A al punto B para atrapar al asesino. Aquí, más que enfocarse en un solo conflicto, lo que se nos muestra es todo lo que sucede alrededor del arco principal. Los escritores construyen tan bien a sus personajes que siempre es creíble la forma en la que llegan a las conclusiones para resolver el caso, pero nunca pierden de vista que, si llegaron a tales conclusiones, es gracias a que la ciudad que los rodea siempre está despierta y vibrante. El peligro siempre está ahí y eso les permite a los investigadores estar atentos en todo momento, prestando total atención a los detalles.

Estos detalles no son sólo pistas presentes en las escenas del crimen. Absolutamente todo lo que compone el cuadro en turno nos está diciendo algo, conversando con nosotros. Desde una amplia piscina en la que Eleanor se sumerge para meditar sobre su día hasta un tiradero de basura que yace en medio de la nieve.

La película Misántropo.

Ahí, en la inmensidad de la ciudad hipnotizante –retratada por Javier Juliá con belleza fría y melancólica–, los agentes trasnochados piensan, no actúan por instinto. Por ello, poco a poco se van adentrando en un laberinto de infinitas posibilidades en las que el director no puede contener sus obsesiones. De ahí que, de detalles muy pequeños, como un operativo silencioso en una tienda de conveniencia, todo termine en caos punzante. Desde su ópera prima, El fondo del mar (2003), Szifron ha sabido crear pequeñas historias de caos que analizan con gracia el comportamiento de la sociedad moderna y que se sienten como sagas épicas a pesar de contar con duraciones contenidas. Tal vez el ritmo es lento en algunas secuencias, pero se compensa con la agudeza y firmeza de las actuaciones.

En esta ocasión sucede lo mismo, pero se logra despojar de la cualidad de comedia negra presente en filmes como Tiempo de valientes (2005) y Relatos salvajes (2014) para crear un efecto completamente diferente. Esta vez, conforme el desorden nos abraza, se sigue hablando de cómo reaccionamos ante las injusticias del sistema, pero no se utiliza la hilaridad para potenciar esta reacción. Aquí, con una ambientación lúgubre, se habla de la importancia de la salud mental, sobre todo en un entorno en el que todo puede pasar.

película misántropo

Misántropo es una película en la que las cosas están en su lugar. Es cerebral, pero no por ello deja de ser estimulante y hasta asfixiante. Incluso su final, que consiste en un extenso intercambio de palabras, mantiene el suspenso al tiempo que nos hace cuestionarnos si en realidad estamos en sintonía con lo que nos hace humanos. Al final, esa incomodidad es sumamente disfrutable.

mm Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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