Pinocho (2022) – Crítica de la película de Disney Plus
La tecnología en la industria fílmica avanza a pasos agigantados. Gracias a esto es posible crear efectos visuales que, conforme pasan los años, se vuelven más difíciles de detectar en una producción. Sin embargo, a pesar de que existen herramientas de capacidades increíbles para lograr poner imágenes maravillosas en la pantalla –ya sea grande o chica– a veces se usan de forma excesiva, distrayendo de la historia que está al fondo. Esto sucede con Pinocho, de Disney Plus.
Dirigida por Robert Zemeckis, esta nueva versión del clásico animado de 1940 –que sin duda es de las mejores películas animadas de la historia– es un ejercicio poco inspirado que constantemente intenta presentarse como algo fresco, pero resulta tan artificial en tantos aspectos que es imposible sentir emoción por lo que se ve. La magia que se podía sentir en la primera interpretación de la casa Disney aquí es inexistente. Mientras que los trazos en la versión del siglo pasado cobraban vida en cada fotograma, ahora todo se siente extremadamente mecánico, desangelado y carente de propósito.
En este sentido, el principal fallo de la cinta es que, al ser un híbrido de acción real con CGI, los personajes hechos por computadora no funcionan para nada. No sólo se sienten fuera de lugar al momento de interactuar con los entornos que los rodean, sino que cuando hablan con los personajes de carne y hueso, la emoción es nula. Parece que los diseños fueron hechos por una máquina con un procesador no tan adecuado para una fuerte carga de renderizado. Especialmente el títere titular, quien es el que tiene más problemas para aportar carisma a su propio espectáculo.
Es como si estuviéramos viendo la maqueta para algún videojuego, o dibujos en 2D con un poco de volumen, pero nada de realismo. La solidez en este apartado a la que nos ha acostumbrado el estudio (y el propio Zemeckis), aquí se esfuma por completo. Al ver el resultado, no se puede evitar pensar que, hace 82 años, las cosas se hacían por un compromiso más marcado con el arte. Es claro que la intención de Pinocho de Disney Plus, era apantallar al público con el colorido y el dinamismo que tienen las tomas que se hicieron con apoyo de bits, pero sucede lo contario: nuestro cerebro se satura y, desde el inicio, se vuelve evidente que, en esta ocasión, los efectos no están al servicio de la historia –como lo recomienda Steven Spielberg en el extraordinario documental Light & Magic (2022)–.
Dedicar tantas líneas a los efectos digitales es lógico si se toma en cuenta que, básicamente, eso es todo lo que hay en la película. Se preocupa más por la forma –la cual termina siendo torpe– que por el fondo. Es el exceso por el exceso mismo.
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Tal exceso también es notorio en las actuaciones, tanto live-action como de voz. Los personajes de carne y hueso están siempre en un segundo plano y, cuando es su turno de llevar a cabo alguna acción importante, lo hacen de manera por demás exagerada. Es una pena que no se pueda disfrutar de la dupla Tom Hanks-Robert Zemeckis como se debe. Como poquísimas veces sucede –hasta es extraño decirlo–, el talento de Hanks se siente desperdiciado al encarnar a Geppetto. Cada vez que aparece a cuadro, se desenvuelve en sus escenas con una falsedad e inverosimilitud que incomoda. Lo mismo pasa con Luke Evans, quien sólo aparece para cantar una canción y lo hace sin naturalidad. No obstante, los casos que destacan son los de Joseph Gordon-Levitt y su voz de Pepe Grillo, así como también Keegan Michael Key y su voz como Juan Honesto.
La voz que Gordon-Levitt le da al amistoso insecto no encaja con su personalidad como actor ni con el diseño del personaje. Se decidió que el intérprete usara un tono muy chillante para hablar, cosa que constantemente nos saca de la “realidad” en la que estamos. Por su parte, Key se esfuerza demasiado por hacernos empatizar con el zorro charlatán, hablando a más no poder hasta que se torna tedioso.
Cabe mencionar que hay una sola interpretación rescatable: es la de Cynthia Erivo como el Hada Azul. En los escasos 5 minutos que aparece en el filme, captura con su voz, su canto y su actitud toda la dulzura del cuento de Carlo Collodi.
Crítica de Pinocho, de Disney Plus
En términos de guion, no hay nada interesante. No importa que haya sido escrito por el propio director junto a Chris Weitz (Rogue One, 2016). Todo pasa sin una estructura sólida y más bien el filme es una mezcla de eventos apresurados. La inocencia y la sensación de asombro de la original se pierden, y los elementos que conforman la historia que ya conocemos se presentan como viñetas separadas. Se quiere abarcar mucho contenido en poco tiempo.
Pero no todo está perdido. Aunque el estilo de Zemeckis permanece oculto durante una gran parte del largometraje, se agradecen las autorreferencias a otros de sus trabajos –los relojes cucú que marcan la hora sincronizados en el taller de Geppetto recuerdan a Volver al futuro (1985), y una escena en la que Pepe Grillo camina arriba de una soga sobre el mar es un guiño a En la cuerda floja (2015), también con Gordon-Levitt–.
Por lo demás, Pinocho, de Disney Plus, demuestra que quizá sea el momento para dejar de replicar aquello que ya existe. A menos, claro está, que se proponga algo nuevo.
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