¿Por qué El señor de los anillos casi fue detenida por Disney y Weinstein?
El señor de los anillos es un caso de éxito dentro de la industria, no sólo por la envergadura del material fuente, sino también porque sobrevivió a los embistes de Harvey Weinstein y Disney. Por aquel entonces el productor era un nombre de peso dentro de Hollywood y el estudio mencionado siempre ha mantenido cierta influencia en el manejo de sus proyectos y asociados. Aunque la trilogía de Peter Jackson a la fecha no tiene nada que ver con ellos, casi fue clausurada por culpa de los dos gigantes.
Recordarán que durante la década de los noventa el estudio independiente Miramax, fundado por los hermanos Weinstein, fue adquirido por Disney. La conexión nunca fue aparente y el nombre de las dos firmas jamás apareció como tal en la pantalla. Pero a final de cuentas, Mickey Mouse era el poseedor absoluto de aquella productora.
Los primeros filmes que estrenaron bajo esta unión fueron Pulp Fiction, Clerks y Scream. La diversidad de los productos es prueba fehaciente de que Disney nunca intervino en los procesos creativos de Miramax. Su contenido adulto, violento y con mirada de autor, se mantuvo hasta el final de sus días. Las únicas objeciones que Disney podría aportar en cuanto a la planeación de los proyectos, eran aquellas concernientes a los presupuestos.
Por general Miramax nunca desarrolló grandes películas que requirieran la inversión de cientos de millones de dólares. Pero cuando Peter Jackson pitcheo su idea para una adaptación de la Tierra Media a la gran pantalla, las alarmas se encendieron (vía). El director ya tenía relación con el estudio gracias su filme previo Criaturas celestiales. Firmó con ellos un contrato en el que se comprometía a informales primero de cualquier idea que tuvieran para una película. Razón de que Weinstein y su gente se enteraran primero de sus intenciones con el material de Tolkien.
«Harvey estaba entusiasmado. Nos pareció muy alentador y pensamos que tendríamos espacio para contar las historias, sólo que no estábamos prestando atención a la dinámica política entre Miramax y Disney», explica el manager de Jackson, Ken Kamins. «Disney había fijado un límite de presupuesto para Miramax y El Señor de los Anillos superaba con creces lo que podían aprobar por su cuenta. Cuando Disney se dio cuenta del presupuesto y de que íbamos a rodar las películas al mismo tiempo; y de que el director no era precisamente un nombre de primera línea, dejaron muy claro que no estaban de acuerdo».
Cuando Weinstein se encontró en la posición de tomar partido por el cineasta, o de defender los intereses de Disney, se decantó por lo segundo. Entonces la relación entre Harvey y Peter se volvió tensa. Especialmente porque el primero comenzó a lanzar exigencias. Por ejemplo, demandó a Jackson que redujera su visión a una película de dos horas y media. Algo descabellado considerando que el plan original era hacer dos películas.
Más tarde Harvey Weinstein amenazó a Jackson diciéndole que si no podía hacerlo, traería a Quentin Tarantino para sustituirlo. Las insistencias del productor fueron rechazadas por Jackson una tras otra. Se trataba de un proyecto bastante personal para él. Y no había lugar para desechar las ambiciones que se requerían para adaptar la Tierra Media a la pantalla grande.
El último esfuerzo de Harvey Weinstein y Disney, para aprovechar el proyecto y los ya adquiridos derechos de Tolkien, fue tender una trampa. Impusieron un ultimátum a Jackson. Le permitirían ofertar su proyecto a un estudio diferente y conseguir un comprador distinto en un plazo de únicamente tres semanas. Un contraste mayúsculo al plazo estándar que es de seis a doce meses, para este tipo de movimientos.
Si no lograban vender El señor de los anillos a otro estudio, Disney y Harvey Weinstein harían con el proyecto lo que quisieran. O quizás no harían nada. Por fortuna, Peter Jackson era amigo del productor ejecutivo de New Line Cinema, Mark Ordesky. Ambos se conocían desde sus primeros años e incluso habían compartido entre pláticas su afición por la Tierra Media. Ordesky mismo ya había tratado de comprar los derechos de Tolkien sin éxito. El productor inmediatamente respaldó las capacidades como cineasta de Jackson frente a Robert Shaye, el fundador absoluto de New Line.
Peter Jackson llevó una presentación de 30 minutos ante Shaye. Contestó todas las preguntas que éste tenía sobre el proyecto. Cuestionamientos tales comunes que haría cualquier productor tales como, ¿cómo haría Jackson para presentar a los Hobbits más pequeños?; ¿O cómo haría aparecer a Gollum en pantalla? Pero de entre todas su preguntas hizo una muy importante que cambiaría el destino del proyecto para siempre: «Hay tres libros, ¿por qué quieren hacer sólo dos películas?
«[Shaye] dijo: «Tolkien hizo tu trabajo por ti. Escribió tres libros, así que tienes tres películas», y yo le doy una patada a Peter por debajo de la mesa sin creer lo que estoy oyendo», dijo Kamins. «Dijeron que sí un lunes y el miércoles ya habían soltado del bolsillo 12 millones de dólares. Harvey estaba absolutamente atónito. Nos preparó para fracasar y esperaba que fracasáramos».
La historia es conocida por todos. Disney y Harvey Weinstein se apartaron del camino de El señor de los anillos. Por motivos contractuales, Weinstein de cualquier forma obtuvo un 5% de las ganancias totales de la trilogía y su nombre apareció en los créditos como productor ejecutivo. Pero en definitiva, New Line Cinema fue el salvavidas de la historia. La película final incluso consiguió una barrida histórica en los Óscar. Sobre tal logro también existe una gran y extensa historia detrás, que puedes leer aquí.
La trilogía completa en sus versiones de cine y extendidas, se puede ver en HBO Max.
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