Su fama en Silicon Valley y otras 9 curiosidades de ‘Juegos de guerra’
Convertida con el paso del tiempo en todo un clásico de culto de aquella lejana década de los ochenta repleta de títulos emblemáticos, ‘Juegos de guerra‘ sigue siendo un auténtico disfrute en la actualidad. Y es que, desde su magnífico prólogo hasta su inolvidable desenlace, la propuesta dirigida por John Badham es un entretenimiento perfectamente medido en su condición de aventura informática.
Protagonizada por un jovencísimo Matthew Broderick, estamos ante una de esas cintas cuyo encanto, lejos de evaporarse con el tiempo, se ha ido incrementando y fijando en la memoria y corazón de varias generaciones con admirable firmeza. Una proeza que tiene todo el sentido del mundo cuando uno regresa a esta historia tan entrañable como trepidante.
Los personajes, tanto principales como secundarios, son estupendos, la colección de secundarios también, la puesta en escena es inteligente y equilibrada, el guion es brillante y el ritmo ejemplar. Cuesta, en definitiva, encontrarle algún error serio a esta ‘Juegos de guerra’, así que toca volver a proclamarla varias décadas después de su estreno como ganadora total de la partida.
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