El exorcista: creyentes – Crítica de la película

El exorcista: creyentes – Crítica de la película

Cuando se habla sobre las “secuelas de legado”, es decir, continuaciones modernas a obras clásicas, siempre surge la misma pregunta: ¿cuál es el propósito? Con la película El exorcista: creyentes, ese debate seguramente se volverá a encender, sobre todo por lo vigente que sigue siendo la historia dirigida por William Friedkin. Afortunadamente, el principal acierto de esta nueva cinta es que en ningún momento trata de emular lo hecho en 1973.

Dirigida por David Gordon Green, a quien recientemente se le confió la franquicia de Halloween para desarrollar una nueva trilogía, esta cinta funciona, sobre todo, si su visionado se aborda sin la expectativa de ver algo que alcance la naturaleza disruptiva de la original. De hecho, el realizador ni siquiera lo intenta. Parece que en todo momento está consciente de que no es algo que se pueda lograr. Por eso, opta por entregar un contenido homenaje que, de cierto modo, mantiene la riqueza temática de este universo fílmico, pero que se sostiene como una pieza de terror sobrenatural que obedece a su estilo minimalista, el cual potencia las interpretaciones de los protagonistas.

película el exorcista: creyentes
Crítica de la película El exorcista: creyentes.

Las posesiones, por supuesto, son el motor de esta entrega. 50 años después del ataque diabólico que sufrió Regan MacNeil, el mal es libre de nuevo y, esta vez, sus víctimas son dos preadolescentes: Angela Fielding (Lidya Jewett) y Katherine (Olivia Marcum). Ellas son hijas de Victor, un fotógrafo viudo (Leslie Odom, Jr.), y de Miranda y Tony, feligreses de una iglesia cristiana. Cuando las jóvenes se pierden en el bosque por tres días y regresan sin memoria de lo que sucedió, les empiezan a pasar cosas inexplicables, así que Victor recurre a Chris MacNeill (Ellen Burstyn), quien ya había lidiado con lo que, evidentemente, es una posesión.

El exorcista: creyentes – Crítica de la película

Aunque los simbolismos religiosos y las alusiones a la fe están presentes, los escritores (Green y Peter Sattler, apoyados por Scott Teems y Danny McBride) se decantan por una exploración sobre las relaciones entre padres e hijos, muy adecuada para los tiempos actuales en los que es más común ver cambios en las relaciones afectivas de las juventudes que buscan pertenencia y afinidad a otras personas. La propuesta es, también –como ya se ha hecho en Hollywood desde hace tiempo– una prueba de que no está mal añorar lo que alguna vez fue. El mensaje es claro: apelar a la nostalgia para nada debería ser algo castigable en la industria fílmica.

Es aquí donde la incorporación de Burstyn se vuelve esencial para la narrativa. El exorcista: creyentes triunfa al mostrarnos a una Chris MacNeil que ha utilizado su experiencia con las posesiones para ayudar a otras personas, y se lo dice a Victor, a quien Odom dota de un dolor palpable en su interpretación. Ella abraza lo que le sucedió y sabe que “el mal se vence en comunidad”.

De acuerdo, ver su reintegración a la historia, construida lentamente acompañada de las inconfundibles notas de Tubular Bells, de Mike Oldfield, es un deleite, y la ganadora del Óscar regresa al rol con mucha seguridad. Pero, aunque se antojaba interesante ver al personaje en una etapa nueva –de exorcista no oficial/mentora de familias en proceso de duelo–, pronto caemos en cuenta de que ella no será la estelar. Y está bien.

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El exorcista: creyentes – Crítica de la película

A través de Chris, David Gordon Green abre la puerta al presente sin alejarse del pasado, dando paso a un magnífico ensamble liderado por Ann Dowd, dando una actuación férrea y extrañamente carismática. Donde la apuesta de Friedkin era mostrar la adversidad desde una perspectiva fría y aplastante –sumamente efectiva–, de una mamá confundida y dos sacerdotes solos contra una fuerza incontrolable, el nuevo equipo detrás de esta adición a la saga más bien se enfoca un crisol de personalidades y culturas, muy similar a lo que se presentó en Halloween Kills (2021).

Cabe destacar que, además de ser un coming of age realista que destaque también lo importante que puede llegar a ser la colectividad, el filme no puede evitar, a ratos, sucumbir a técnicas infalibles en el horror actual. Así, tenemos bastantes jumpscares, una edición frenética (de Tim Alverson) y una fotografía lúgubre (de Michael Simmonds) que evocan el espíritu del mes de octubre. No se le puede negar eso al público.

El exorcista: creyentes no es una película perfecta, pero sus ambiciones son otras. A veces, no tener presión por cumplir expectativas da muy buenos resultados.

autor Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los «Philly Steps» y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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