Ganadores controvertidos del Óscar a Mejor película

Ganadores controvertidos del Óscar a Mejor película

La historia del Óscar está plagada de grandes glorias, pero también de increíbles sorpresas e incluso decepciones, muchas de las cuales provienen del premio a Mejor película. La recepción de la máxima estatuilla siempre viene acompañada de un poco de polémica, pero existen casos verdaderamente drásticos que siguen generando debate sin importar el paso del tiempo. 

Recordamos los ganadores a Mejor película más controvertidos en la historia del Óscar.

¡Qué verde era mi valle! (Dir. John Ford, 1941)

óscar mejor película

El Óscar a Mejor película más controvertido del viejo Hollywood y que sigue generando discusiones a más de medio siglo de distancia por superar a Ciudadano Kane, obra maestra de Orson Welles y considerada por muchos como el mayor logro cinematográfico en la historia del cine. Debatible, pero no por ello inmerecido, especialmente si consideramos que ¡Qué verde era mi valle! figura entre las mayores joyas de la corona fordiana al trasladarnos a un valle galés que perdió su inocencia a causa de la ambición humana, pero que al mismo tiempo logra mantenerla gracias al recuerdo de un hombre que rememora su infancia antes de partir en busca de una vida mejor.

Hay quienes la acusan de tener un tono excesivamente nostálgico, mientras que otros lo consideran una metáfora perfecta del mundo que se perdía en ese mismo momento ante la creciente industrialización y la brutalidad de la II Guerra Mundial. No fue la única estatuilla que Ford le arrebató a Welles, pues también se llevó la terna de Mejor director, mientras que el segundo tuvo que conformarse con un agridulce reconocimiento a Mejor guion original donde las míticas producciones ni siquiera cruzaron caminos.

La vuelta al mundo en 80 días (Dir. Michael Anderson, 1956)

Aunque ha sido celebrada por generaciones y es considerada la adaptación definitiva de la novela homónima de Julio Verne, La vuelta al mundo en 80 días también ha sido objeto de debate por su Óscar a Mejor película en una de las ceremonias más competidas de toda la historia. Su victoria ante Gigante (George Stevens) y El rey y yo (Walter Lang) es cuestionable aunque defendible, pero cualquier argumento parece quedarse corto ante un titán como Los diez mandamientos, la épica producida, dirigida e incluso narrada por el mítico Cecil B. DeMille, y protagonizada por un impresionante Charlton Heston en el papel de Moisés. Las cuatro cintas mantienen intacto su estatus de clásico, pero el drama religioso ha trascendido aún más para posicionarse entre las mayores joyas de la corona hollywoodense.

El hombre de dos reinos (Dir. Fred Zinnemann, 1966)

Los 39° Premios de la Academia no son los más memorables en toda la historia del certamen, con El hombre de dos reinos galardonada con el Óscar a Mejor película. La cinta aborda con destreza los enfrentamientos entre Tomás Moro y Enrique VIII, pero su impacto inicial se ha perdido con el paso de los años para convertirse en el gris ganador de una terna poco competida en comparación con otros años

Hoy se piensa que estas sensaciones serían distintas si los votantes hubieran sabido reconocer la grandeza de ¿Quién teme a Virginia Woolf? (Mike Nichols), adaptación de la puesta en escena homónima que brindó un durísimo reflejo de las frustraciones humanas plasmado a través de una pareja madura. A esto sumemos el factor Elizabeth Taylor/Richard Burton, una de las parejas más emblemáticas del cine y que brindan una de las mejores actuaciones en sus respectivas carreras. Aquellos que ya la vieron saben lo difícil que es olvidar los cánticos de furia de la fémina y que dan título a esta historia.

Rocky (Dir. John G. Avildsen, 1976)

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Rocky es un clásico en toda la extensión de la palabra, así como el brillante inicio de una exitosa franquicia que sigue creciendo hasta nuestros días, logros cosechados gracias a su mensaje de superación cuyo mayor objetivo es reflejar el sueño americano.

Aun así, son pocos los que se atreverían a decir que es un digno ganador del Óscar a Mejor película, especialmente cuando recordamos que superó rivales infinitamente superiores como Poder que mata (Sidney Lumet), Taxi Driver (Martin Scorsese) y muy especialmente Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula), para mucho el filme que realmente merecía la máxima estatuilla al abordar el escándalo Watergate que resultó en la dimisión de Richard Nixon y estrenada en Washington D.C. a menos de dos años después del suceso que sacudió la política norteamericana y al mundo entero. Más importante aún es la fuerza de su mensaje, el cual se ha tornado especialmente relevante en tiempos de crisis políticas e informativas como fueron los mandatos de George W. Bush y Donald Trump.

Kramer contra Kramer (Dir. Robert Benton, 1979)

Brillantemente dirigida, dueña de un guion verdaderamente intenso y una de las mejores actuaciones en las respectivas carreras de Dustin Hoffman y Meryl Streep. Nadie se atrevería a cuestionar que Kramer contra Kramer es una estupenda película, aunque para muchos esto no es lo mismo que la mejor del año, ni la justa ganadora del máximo Óscar. Y es que muchos siguen sin entender cómo fue posible que un drama familiar pudiera superar en la carrera lo hecho por Apocalipsis ahora, una de las grandes obras maestras de Francis Ford Coppola, quien adaptara las bases de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad para construir una durísima crítica contra Vietnam y la violencia implícita en la naturaleza humana. Los años pasan y ambas siguen siendo magistrales, pero esto no ha reducido la controversia sobre el mayor galardón de la industria norteamericana.

Gente como uno (Dir. Robert Redford, 1980)

Robert Redford es uno de los mejores actores de su generación, pero también un estupendo director, siendo Gente como uno la mejor de todas sus películas, una decisión avalada por la propia Academia cuando le otorgó su máximo reconocimiento en la 53° edición de la ceremonia. Aun así, hay quienes piensan que el drama social plasmado en una familia aquejada por el dolor y la pérdida no tenía nada que hacer frente a Toro salvaje, una de las cintas más brillantes en la obra de Martin Scorsese, quien apoyado por el enorme talento histriónico de Robert De Niro, resultó en una fascinante adaptación de la carrera boxística de Jake LaMotta. Tuvieron que pasar diez años para que un filme del italoamericano volviera a la categoría con Buenos muchachos (1990).

Carros de fuego (Dir. Hugh Hudson, 1981)

A diferencia de los Premios de la Academia, los 70 y 80 se caracterizaron por la inclusión de los grandes blockbusters entre los nominados a Mejor película, no para atraer al público, sino para reconocer la grandeza de películas destinadas a la historia por su grandeza. Los títulos nunca se concretaron, pues El exorcista (1973), Star Wars (1977) y E.T. (1982) perdieron ante cintas de enorme calidad.

Más trágico fue el caso de Cazadores del arca perdida (Steven Spielberg), rebasada por una tibia Carros de fuego sobre dos atletas británicos en los Juegos Olímpicos de 1924 y cuyo mayor legado a la historia del cine es su brillante tema musical a cargo de Vangelis. Aunque fue un reconocimiento cuestionable, hay quienes dicen que de cualquier modo Indiana Jones nunca tuvo lo necesario para semejante honor. En este caso, el mayor afectado habría sido Reds, uno de los proyectos más brillantes en la carrera realizadora y actoral de Warren Beatty que relata la historia de un periodista norteamericano cuya cobertura de la revolución comunista cambia sus ideales para siempre.

Memorias de África (Dir. Sydney Pollack, 1985)

Memorias de África es visto como uno de los grandes romances cinematográficos de todos los tiempos, pero también como protagonista de uno de los mayores debates alrededor del Óscar, cuyo reconocimiento a Mejor película suele ser atribuido al peso de su director/productor Sydney Pollack, así como de su dupla estelar integrada por Meryl Streep y Robert Redford. Habría sido la incuestionable ganadora en muchas otras ceremonias, pero no en una donde compitió contra El color púrpura, uno de los mejores dramas de Steven Spielberg al plasmar la violencia familiar de las afroamericanas sureñas de inicios de siglo XX. Las dudas se magnificaron aún más porque la cinta cosechó once nominaciones pero ningún reconocimiento, convirtiéndose así en la mayor perdedora en la historia del certamen junto con Momento de decisión (1977).

El chofer y la señora Daisy (Dir. Bruce Beresford, 1989)

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Las reflexiones de una anciana sureña de finales de los 40 durante los recorridos automovilísticos con su chofer afroamericano resultaron en una cinta agradable y con un mensaje socialmente importante, pero no suficientemente innovador y poderoso para evitar convertirse en la ganadora más criticada de todos los tiempos. La incomprensión del público y la crítica fue mayor porque dejó en el camino a cintas muy distintas, pero muy superiores en todos los aspectos: Nacido el cuatro de julio (Oliver Stone), La sociedad de los poetas muertos (Peter Weir), Mi pie izquierdo (Jim Sheridan) y El campo de los sueños (Phil Alden Robinson). Todas siguen ocupando un lugar muy importante en el recuerdo del público, excepto la propia ganadora que se ha perdido en el tiempo.

Forrest Gump (Dir. Robert Zemeckis, 1994)

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El año de 1994 es uno de los más memorables en la historia del cine gracias al valor de numerosos estrenos, una tendencia que se manifestó en los Premios de la Academia y muy especialmente en la categoría de Mejor película que parecía disputarse entre Tiempos violentos y Sueño de fuga, dirigidas respectivamente por Quentin Tarantino y Frank Darabont.

La sorpresa, pero sobre todo la decepción, fue mayor cuando la Academia desechó ambos proyectos para galardonar a Forrest Gump con la máxima estatuilla y las ternas más destacas como director, guion adaptado y actor, lo que fue visto como una decisión sumamente conservadora al reconocer un cuento de hadas contemporáneo donde la inocencia sale avante en un mundo cada vez más convulso. El debate resurgió en un 2019 que marcó el 25° aniversario de los tres proyectos, lo que resultó en numerosos repasos que dejaron claro para muchos que la cinta de Zemeckis no tenía nada que hacer frente a sus claramente superiores competidores.

Shakespeare enamorado (Dir. John Madden, 1998)

Muchos de los grandes certámenes cinematográficos sienten afición por las obras que abordan el carácter metanarrativo de distintas formas culturales, lo que fue determinante para que Shakespeare enamorado se hiciera un lugar en la temporada de premios. Sin embargo, esta pasión se desbordó porque la cinta que reinventó las vivencias del escritor británico construyó una atmósfera casi fantástica que hipnotizó a numerosos votantes, incluyendo los académicos que terminaron reconociéndola como la mejor película del año.

La polémica fue mayor por la derrota de Rescatando al Soldado Ryan, uno de los mayores logros de Steven Spielberg quien presentó una de las visiones más brutales de la II Guerra Mundial, pero también una de las más humanas con hombres que no luchan por patriotismo o el sentido del deber, sino por el simple deseo de volver a casa de la manera más humana posible. El consuelo fue que el drama bélico no terminó con las manos vacías, pues se llevó la categoría de Mejor director y otras cuatro estatuillas. A más de un cuarto de siglo de distancia, Rescatando al Soldado Ryan sigue siendo objeto de alabanza y de toda clase de interpretaciones, mientras que Shakespeare enamorado ha tenido que conformarse con las sensaciones de una feel-good movie con una muy buena producción.

Crash (Dir. Paul Haggis, 2005)

Ang Lee ha sido reconocido con dos Premios de la Academia a Mejor director, pero nunca ha experimentado las sensaciones de ser reconocido con el Óscar a Mejor película del año. De las tres ocasiones que ha sido nominado a la máxima categoría, nadie esperaba una victoria de El tigre y el dragón (2000) y Una aventura extraordinaria (2012). No podemos decir lo mismo de Secreto en la montaña (2005), que desafió los valores tradicionales del western para capturar una historia de amor homosexual y abordar los prejuicios que se mantienen en la sociedad contemporánea.

Parecía el rival a vencer de la ceremonia, por los votantes se inclinaron por una deslucida Crash cuyo único logro fue la corrección política al abordar los sentimientos de culpa de la sociedad caucásica. Su propio director lo consideró un reconocimiento inmerecido, no sólo por superar a la ya mencionada Secreto en la montaña, sino a otros rivales de mayor calidad como Munich, Capote y Buenas noches, buena suerte. Una encuesta de THR incluso demostró que varios académicos se arrepienten de su decisión.

El discurso del rey (Dir. Tom Hooper, 2010)

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Los Premios de la Academia del 2010 fueron vistos por muchos como una oportunidad para que la ceremonia dejara atrás su eterno tradicionalismo en beneficio de historias más innovadoras, un dilema que se reflejó perfectamente en el enfrentamiento directo de El discurso del rey sobre el ascenso del rey Jorge VI y Red social (David Fincher) sobre Mark Zuckerberg y la creación de Facebook.

Al final, los votantes se fueron por la vía convencional y no sólo eso, sino que prácticamente lo celebraron desde antes de oficializarlo al emplear el propio discurso titular para el clip que introdujo a los diez nominados de la noche. La decisión recibió enormes críticas e incluso transcendió para estigmatizar el talento creativo de Tom Hooper. El debate se ha ampliado en los últimos años, pues hay quienes piensan que quizá la derrota de Red social no era tan inmerecida y que la verdadera afectada fue El cisne negro, de Darren Aronofsky.

Luz de luna (Dir. Barry Jenkins, 2016)

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La historia del Óscar está plagada de momentos escandalosos, pero ninguno tan vergonzoso como el acontecido en los 89° Premios de la Academia, cuando Faye Dunaway y Warren Beatty recibieron un sobre incorrecto y nombraron una ganadora equivocada a Mejor película que fue privada del premio en el escenario. Habría sido un suceso infame en cualquier circunstancia, pero la controversia se intensificó porque la gran afectada fue La La Land (Damien Chazelle), gran favorita del público gracias a la pasión que externa por el séptimo arte. A esto sumemos que la beneficiada fue Luz de luna, un coming-of-age importante al abordar temas como la homosexualidad y el racismo, pero que nunca conectó del todo con las audiencias globales. Aún se piensa que esta decisión fue producto de la corrección política y el deseo por erradicar la molestia por los #OscarsSoWhite celebrados un par de años antes.

Green Book: Una amistad sin fronteras (Dir. Peter Farrelly, 2018)

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Los 91° Premios de la Academia ya habían pasado a la historia por incluir una película de superhéroes como Black Panther (Ryan Coogler) entre los nominados a Mejor película. No conforme con ello, todo apuntaba a que la ceremonia marcaría un cambio definitivo en la ideología académica ante las buenas posibilidades de Roma (Alfonso Cuarón), un suceso que sellaría el triunfo definitivo del streaming y de las historias internacionales sobre el centralismo estadounidense. Los votantes no coincidieron y se inclinaron por una amigable Green Book, una decisión controvertida que preservaba la corrección política vista en años anteriores, pero con un mensaje pobremente construido con un afroamericano que no sabe cómo honrar su cultura. La estatuilla resultó todavía más polémica por la presencia de El infiltrado del KkKlan (Spike Lee) entre los filmes nominados, una cinta muy superior que profundiza sobre los problemas raciales con ingenio e ironía.

CODA: Señales del corazón (Dir. Sian Heder, 2021)

Desde 2009, el Óscar a Mejor película se determina mediante votación preferencial. ¿Qué significa esto? Que a diferencia de otras categorías, donde cada miembro de la Academia vota únicamente por su favorita, en la votación por la presea máxima los votantes clasifican a todas las nominados en orden de preferencia. Esto significa que, en teoría, una película que es la segunda o tercera opción para todos podría tener una ventaja sobre aquellas que resulten más divisivas.

Bajo este sistema, cintas en apariencia inofensivas como CODA: Señales del corazón son las que se pueden ver más beneficiadas. Es decir, ¿quién en Hollywood va a repudiar una enternecedora coming-of-age sobre una familia sorda que se ayuda mutuamente a salir adelante en la vida? La primera ganadora de la codiciada estatuilla dorada que vino con el respaldo de una plataforma de streaming (Apple), sin embargo, se impuso a obras mucho más redondas y ambiciosas (aunque con más “peros”) como El poder del perro, Drive My Car o inclusive Duna.

autor Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.

Contenido original de Cine PREMIERE

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