La película de ciencia ficción apocalíptica que podría volverse realidad si no mejoran los pronósticos sobre el calor y la escasez de combustibles

La película de ciencia ficción apocalíptica que podría volverse realidad si no mejoran los pronósticos sobre el calor y la escasez de combustibles

La ola de calor, la crisis energética y las perspectivas climáticas no son las más positivias en este momento, y nos invita a pensar que el futuro distópico que pintaba esta película de George Miller no está tan alejado como pensábamos.

La ola de calor que estamos viviendo no está pintando el panorama más esperanzador. Estos fenómenos de calor extremo cada vez empiezan antes y son más durareros, afectando a nuestra salud en el proceso. Es una de las muestras de la crisis climática de la que nos llevaba advirtiendo la ciencia desde hace tiempo y que nos avisa del grave problema de calor y sequía que se nos avecina. Algunas zonas del país ya se despiertan sin agua en sus embalses.

A este problema se le añade la crisis energética y de combustibles que estamos viviendo. Nuestra demanda de electricidad sigue siendo altísima y seguimos dependiendo de fuentes fósiles para obtenerla. Las reservas naturales cada vez están más escasas, y esto se deriva en el precio que vuelve al petróleo en algo cada vez más caro y preciado. Cada vez más, nuestro futuro se va acercando al de una película de ciencia ficción apocalíptica.

Si no se aplican medidas severas, la ciencia pronostica un futuro muy desolador, dominado por el calor extremo, la escases de combustibles y la sequía global. Dicho en otras palabras, nuestro futuro puede parecerse mucho a Mad Max: Furia en la carretera, la magistral obra de George Miller donde la civilización se ha sumido ante el caos por la escasez y por el desastre climático. Pero, eso sí, se seguirán usando coches.

Desde que el director australiano comenzase su saga en 1979 con Mad Max: Salvajes de autopista, siempre hubo una preocupación por la deriva que podía tener la humanidad ante una crisis de recursos. Aquella película se originó a partir de la crisis del petróleo producida en 1973 en Australia, donde el embargo de los productores de crudo se derivó en escasez y en un aumento desproporcionado del precio, pero aun así los ciudadanos se aferraban a su derecho a llenar su depósito.

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Desde entonces, cada película ha ido incrementando la distopía de su universo, referenciando guerras, pérdidas de valores y la imposición del salvese quien pueda, con pequeñas comunidades organizándose en clanes regidos por figuras autoritarias. Y todas con una devoción extrema por el petróleo, además de racionando el agua como producto de lujo. Mad Max: Furia en la carretera lo lleva aún más lejos con esa Ciudadela donde el cruel monarca Immortan Joe entrega agua de manera muy puntual a sus ciudadanos.

La psicosis colectiva en torno a la crisis climática que se muestra en la película podría resultar menos ciencia ficción de lo que cabría esperar si no mejoran las previsiones cientificas. Es posible que no sea todavía demasiado tarde, pero es necesario actuar de manera condundente si no queremos estar rodeados de un desierto mortal.

Puedes ver Mad Max: Furia en la carretera en HBO Max.

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