‘Los asesinos de la luna’ es una oda al cine, pero su mayor reto es enganchar al espectador
Desde hace años, Martin Scorsese mantiene una guerra abierta contra los estándares que rigen la industria cinematográfica actual. Una guerra que le ha llevado a tener extraños compañeros de cama, como Netflix y Apple TV+, que en principio no encajan demasiado con el mensaje original. Todo sea para poder hacer el cine que desea en su última etapa, quizás la más completa pero menos rompedora de su legendaria carrera.
Lo vimos en ‘El irlandés‘, y lo vemos cuatro años después en ‘Los asesinos de la luna‘. Scorsese sabe como nadie hacer CINE en mayúsculas (no por nada es el protagonista de tantos memes sobre ello). Casi tres horas y media de perfección académica, de calidad, de actuaciones a la altura del elenco con el que se rodea. De lo que una escuela de cine enseñaría a sus alumnos como ejemplo de lo que hay que hacer.
Pero no siempre el trabajo más impecable es el más recordado. A ‘Los asesinos de la luna’ le falta ese ‘algo’ muchas veces inexplicable para alcanzar un paso más y colocarse ya no entre las películas que más te marcan de la historia, sino de la carrera de Scorsese. Vamos a intentar descifrar ese ‘algo’ a lo largo de la crítica, pero esa sensación es tan subjetiva que cada uno tendrá un ‘algo’ diferente que eche de menos.
Una película que honra la memoria de los Osage
‘Los asesinos de la luna’ está basada en el libro homónimo publicado por el periodista David Grann en 2017, donde se relata una de las deliberadamente arrancadas páginas negras que conforman el libro de los Estados Unidos, la del denominado ‘Reinado del Terror‘, por el cual más de sesenta personas (posiblemente cientas según las investigaciones) de la Nación Osage fueron asesinadas en la década de los años 20 del siglo XX por los blancos para quedarse con sus tierras y el dinero que estas daban gracias a ser zonas petrolíferas.
Sin querer ahondar más en la historia, comentaba el director que tuvo que reescribir el guion para que no fuera “una película de hombres blancos”. No sabemos cómo sería antes, pero lo que ahora vemos trata más bien sobre la capacidad del hombre blanco de emponzoñar todo lo que toca. Eso sí, sin que este pierda el protagonismo: apenas hay, a efectos prácticos, más de tres conversaciones sin la presencia de uno.
No obstante, el respeto a la Nación Osage es más que patente, al igual de la recurrente forma que tiene Scorsese en hacernos ver el caballo de Troya que son los blancos dentro del poblado nativoamericano. La película servirá para levantar la alfombra en la que se esconde el sometimiento de tantos inocentes por tierras o dinero en territorio estadounidense en los primeros 150 años desde su creación, y eso ya es algo reseñable.
Sobre la duración, el ritmo y la fuerza de la trama
Resolvamos las grandes preguntas que el público general puede hacerse antes de ver ‘Los asesinos de la luna’: ¿Se hace larga? ¿Es lenta? ¿Hay algún momento ideal para ir al baño si no aguanto tres horas y media sin ir? (Esto último mejor que no lo lea Scorsese, que si no se enfada).
Por partes. A pesar de su duración, no se hace larga siempre y cuando hayas aguantado con fuerza el primer tercio. El contexto de los Osage, de las familias involucradas, de las tensiones crecientes y de lo que está sucediendo en general, es demasiado lento hasta que pone todas las cartas sobre la mesa y empieza a jugar.
Precisamente la película puede asemejarse a ese juego de mesa cuya introducción y explicación de las reglas dura casi lo mismo que la partida en sí, pero sin las cuales sería injugable. La película funciona como una maquinaria en la que cada pieza fabricada tiene sentido para construir lo que viene a continuación, y Scorsese se las arregla para que este comienzo casi tedioso sea fundamental en el buen regusto final, con una última hora sobresaliente. Pero claro, hay que llegar ahí, y puede que muchos se pierdan por el camino, sobre todo cuando pase del cine a Apple TV+.
No se nos ha olvidado lo del baño. A pesar de que hay algunas escenas que pueden pecar ligeramente de largas, olvidables o repetitivas, resulta complicado encontrar un momento (sobre todo en el último tercio) en el que puedas permitir perderte cinco minutos seguidos de película, volver a tu asiento y enterarte de qué está pasando.
Aun así, te ausentes o no, lo más probable es que a lo largo de la trama llegue un punto en el que tanto nombre e información se te cruce y dejes de entender bien qué sucede en pantalla. Por suerte para nosotros, Scorsese se da cuenta de ello, y cada cierto tiempo parece colocar unos check points que autorresuelven las zonas grises para que no te quedes atrás.
No es la película de DiCaprio, es la de Gladstone
Que no os engañen la ubicación de los personajes en los pósters publicitarios, ni siquiera el tiempo en pantalla de uno y de otra. Lily Gladstone logra algo que solo había conseguido Brad Pitt con ‘Érase una vez… en Hollywood‘ en los últimos 20 años: opacar a Leonardo DiCaprio en una película.
Su sobriedad hierática, solo rota en momentos de extremo dolor, y su razonable escepticismo hacia todo aquel que le rodea hace de Mollie Burkhart el personaje más interesante de la película sin discusión. A su lado, un DiCaprio soberbio cuyo rol parece más destinado a hacer brillar al resto. En términos futbolísticos, su actuación recuerda a la de Messi cuando baja a recibir el balón y da el penúltimo pase en vez de buscar marcar el gol que le ponga en portada. Ya ha salido en tantas, que no las necesita. Aun así, suyo es el personaje que más debate generará al terminar la película.
El despliegue de DiCaprio se torna fundamental en nuestro sentimiento hacia Gladstone en la película, e impulsa el papel de Robert De Niro, que con su interpretación del cínico William Hale logra su mejor actuación de este siglo (sí, superior a ‘El irlandés’). Del resto del reparto, cabe destacar el estímulo que aportan Jesse Plemons y Brendan Fraser, dos revulsivos necesarios para que la cinta no decaiga cuando parece que puede hacerlo.
¿Quién gana la guerra?
Martin Scorsese ha creado con ‘Los asesinos de la luna’ una obra gigantesca, pero voluntariamente anacrónica. Alejarse tanto de los tiempos que corren en el cine es otra prueba más de la guerra personal que encarna el director contra todo un sistema implantado, una guerra que bien comparte algunas similitudes con la que vivieron los Osage contra las estructuras y tejidos raciales de todo un país.
Los Osage ganaron batallas, pero el sistema siempre prosperó y siguió su camino, arrebatándoles el poder. Scorsese ganará batallas, como el poder hacer esta película, como el poder hacer ‘El irlandés’; pero el sistema siempre prosperará y seguirá su camino, otorgándole los premios a las nuevas tendencias: ‘El irlandés’ salió derrotada en los Oscar por ‘Parásitos‘, y quién sabe si ‘Los asesinos de la luna’ sufrirá el mismo porvenir con ‘Pobres criaturas‘.
8
Lo mejor: La crudeza de una historia real que da el reconocimiento merecido a los Osage. Las interpretaciones de Gladstone, DiCaprio y De Niro.
Lo peor: La película avanza demasiado lenta en su primer tramo, y la falta de un cambio de ritmo o de un elemento rompedor puede hacerte desconectar.
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