Una inmensa y ambiciosa película de fantasía, con tantos detalles de ciencia ficción como de thriller ecologista, rodada de manera deslumbrante por uno de los mejores cineastas actuales. Y fue una película estrenada directamente en streaming, a través de Netflix, pero no causó la suficiente impresión en su momento. Pero este es tan buen momento como cualquier otro para disfrutar de una joya como Okja.
Esta co-producción coreana y americana fue distribuida por la plataforma de la gran N roja hace cinco años, con un reparto variado que incluía a nombres como Jake Gyllenhaal, Tilda Swinton, Paul Dano, Steven Yeun, Lilly Collins, Giancarlo Esposito y la joven Seo-Hyun Ahn de protagonista. Pero la verdadera estrella era Bong Joon-ho, haciendo uno de sus proyectos más ambiciosos antes de ponerlo todo patas arriba con su exitosa Parásitos. Y ambas películas no andan tan alejadas en mensaje, intenciones y resultados.
La película nos presenta a una gran multinacional llamada Mirando Corporation (una referencia poco sutil a empresas similares como Monsanto), que en pleno proceso de lavado de imagen reemplaza a su CEO y anuncia un ambicioso plan que promete solucionar la hambruna en el mundo. Este plan consiste en la creación de un cerdo especial diseñado genéticamente para crecer muy por encima de su tamaño habitual y tener carnes especialmente jugosas para el consumo humano.
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Para medir la viabilidad del proyecto, se manda la crianza de estos supercerdos a diferentes granjas alrededor del mundo. La más exitosa es una minúscula granja coreana, llevada por un señor y su nieta, que crían al animal con cariño y casi de mascota. Todo se complicará cuando la empresa reclama al cerdo, de nombre Okja, y la joven querrá impedirlo, metiéndose en un complejo entramado empresarial que también involucrará a una organización ecoterrorista.
La película empieza a conquistar gracias a lo bien planteada que está la relación entre la niña y el animal fantástico, de tono tan alegre como destartalado, aproximándose bastante a la energía de un anime como los de Studio Ghibli, pero en acción real. A partir de ahí, Bong va realizando algunos de sus habituales juegos con los géneros y los estilos, tocando thriller violento, humor absurdo, aventura acelerada y hasta sátira con ánimo de denuncia social.
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De una manera similar a Parásitos, Bong apunta de manera directa a los males del capitalismo global, y cómo la impunidad de las empresas gigantes impacta en las comunidades locales. Hay mucha mala baba lanzada hacia esas corporaciones que venden sus malas prácticas a través de grandes campañas coloreadas de buenas intenciones, pero también contra esa cuadrilla de ecoterroristas con prácticas cuestionables que realizan sin atribularse demasiado, poniendo en duda su beneficio real para la causa.
Hay también mensajes positivos sobre la conexión con la naturaleza, ese vínculo inexplicable e inquebrantable que se realiza con una mascota y de intentar mantener convicciones en un contexto salvaje y despiadado. Pero la película no te machaca con ello, sino que deja que forme parte de su interesante juego, que es justo lo que la vuelve una de las producciones más frescas y originales del catálogo de Netflix. Y una joya de la ciencia ficción fantástica moderna.
Puedes ver Okja a través de Netflix.
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