‘Beekeeper: El Protector’: La importancia de llamarse Jason Statham
“Es su marca”. Así es como los mafiosos de ‘The Beekeeper: El protector‘ definen al peculiar mercenario apicultor que viene imparablemente a por ellos. Así también es como se podría presentar al actor que lo interpreta: una marca imparable. A sus 56 años, Jason Statham sigue teniendo ese toque mágico para crear una adrenalitica estética nueva que funcione por sí sola pero en la que también él siga destacando como la estrella que ya es.
Ese es el secreto que hace que, aunque sea una película más de Jason Statham, no sea una película de acción del montón: el branding, el estilazo con el que cada minuto vende la marca y a su protagonista a partir del 12 de enero en cines.
Puede tomarse en serio
El guion de Kurt Wimmer (‘Un ciudadano ejemplar‘, ‘Salt‘) recrea con mucho encanto la clásica persecución contra un anti héroe fuera de la ley por parte de un equipo policial comandado por una agente que se debate entre la ley y la auténtica justicia. Sí, nos han contado mil veces este esquema clásico. Pero cuando está tan bien adaptado, deja de ser una película del montón para convertirse en una joyita clásica que nos recuerda por qué esos esquemas funcionan.
Para aterrizarlo en el ya comenzado 2024, Wimmer también sabe convertir a ‘Beekeeper’ en un drama de nuestro tiempo para que enganche a los que no verán los clásicos de acción en los que se basa. Así, se salva de ser un placer culpable con una trama de acción motivada por la minería de datos, el cuidado (bidireccional) de las personas mayores y unos sorprendentemente ambiciosos dardos político-económicos al “mundo libre” que te da libertad para que te estafen y asesinen.
Tan sólo el detonante de la venganza y algunos cuñadismos del final sacarán alguna mueca a los más reacios al género, pero en general la película funciona para todos los públicos sin vergüenza ajena. Hasta la caricatura infantil de Josh Hutcherson se salva al repartir su trama con un interesante grupo de “villanos” junto a un correctísimo Jeremy Irons y, por fin, no culpar de todo a “malvados” comunistas o latinos.
La Coca Cola de las películas de acción
Puede que el tráiler luzca de típico telefilme de venganza, pero es que es mejor así e ir sin saber nada más. David Ayer ya se encarga de elevarla a algo más interesante explotando con sobredosis de vitamina y jugueteo la marca de las abejas. Así, el director de ‘Escuadrón Suicida‘ nos recuerda por qué destacó en este género al crear nuevamente un universo y una estética tan interesante como en continua expansión desde esos fantásticos créditos iniciales donde ya establece el marco de la historia: vivimos en colmenas urbanas, como una especie jungla de cristal. La metáfora a veces es demasiado explícita, pero le hace un branding tan ambicioso que consigue crear una organización gubernamental secreta a lo Jason Bourne tan interesante que bien podría generar secuelas.
El concepto se extiende a la acción. Con esa intención de diseñar algo bueno, hay menos cantidad de peleas de la esperada pero de mayor calidad. Ayer también ha seguido el esquema clásico de tener tres secuencias de acción importantes. Pero entre medias, al igual que ‘La casa de papel‘, hay juego y planificación, hay tensión y evolución. Y cuando llegan, por fin, no decepcionan. La auténtica escena para la historia de la película es esa epiquisima pelea cuerpo a cuerpo (¡en un estrecho pasillo de cristales) donde Statham pasa de emular a Matt Damon a Keanu Reeves con una brutalidad en plano secuencia digna de John Wick. Toda la traca final en la que se enmarca es una partitura perfectamente medida para los oídos de los más adictos al cine de acción.
Esas tres completísimas set-pieces de acción crean un divertido parque de atracciones temático con las abejas donde Statham mata de manera creativa y sin freno, en referencia a la marca de ser apicultor: manualmente, casi sin armas, con fuego y electricidad, protegiendo a la colmena. La marca importa y eleva. Ayer está atento a esos detallitos con un precioso amarillo en la fotografía y la dirección de arte. El precio de este detallismo es no pensar de dónde saca tanto material o que no haya tantas peleas como el público generalista pudiera desear. Pero la campaña global consigue vender el producto que no crea una nueva receta pero sí gustara a todo el mundo al presentarse de manera tan atractiva.
Él es la marca
Jason Statham es la estrella de acción ideal. Ha sabido adaptarse al sello de muchas grandes franquicias de acción (‘Fast & Furious‘, ‘Los mercenarios‘, ‘Megalodón‘) sin dejar de destacar individualmente, o levantar una nueva como hizo en 2002 con su primera saga de protagonista (‘Transporter‘). Veinte años después, sigue funcionando para ello, y es una delicia cinematográfica poder vivir a un héroe clásico que será recordado como tal. Hasta necesita su entrada triunfal para su primer plano.
Cada frase, cada gesto, cada movimiento. Statham plasma su marca en todo su esplendor en cada plano de ‘Beekeeper’ sin caer en la autoparodia a la que llegan algunos actores mayores. Roza lo inverosímil, desde luego, pero los espectadores se van a reír con él, no de él, porque ya hay esa complicidad de saber que va a hacer algo que mola mucho. Hasta parece dejar esos segundos para aplaudir. Por proponerle alguna mejora, sería aún más épico verle luchar más limpiamente como antes en plano secuencia, aunque el montaje también juega a su favor.
El resultado de ‘Beekeeper’ es casi perfecto. No es una película sobresaliente, porque tampoco pretende serlo, ni cambiar el mundo o hacer avanzar el cine. Pero todo lo que pretende ser, lo es a la perfección, y eso es muy admirable. En plena temporada de premios con películas “importantes”, también necesitamos estas películas: los buenos hits de acción. Este se recordará por la marca impresa del mundo apicultor y la que deja Statham. Un ejemplo más de las suyas, sí, y es genial, porque es uno de los buenos.
7
Lo mejor: Jason Statham en su mejor versión. La tematización del apicultor y el universo que construye. La pelea final.
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