Obi-Wan Kenobi: la pieza perdida de Star Wars – Crítica Episodios 1 y 2
Cuando se anunció que existiría una serie sobre Obi-Wan en Disney Plus, el mundo casi terminaba de atestiguar el vergonzoso desenlace de la última trilogía cinematográfica. Era inevitable sentir preocupación por la fabricación de un producto que podría no ser más que otra treta para seguir exprimiendo la franquicia. Si bien The Mandalorian es un bonito (no para todos) vistazo al mundo expandido creado por George Lucas, nada realmente parecía capaz de traer de regreso ese sentimiento que alguna vez experimentamos con la saga Skywalker. Sin embargo, en tan sólo dos episodios, Obi-Wan Kenobi ha logrado el más grande de los retos. Hacernos creer que existe una pieza necesaria en la historia de Star Wars que no sabíamos que necesitamos.
La parte más especial del show dirigido por Deborah Chow es que rápidamente el espectador puede conectar con el personaje. El regreso de Ewan McGregor es funcional en todos los sentidos. Fácilmente algo pudo salir mal. Pero el experimentar que el drama asignado en esta contienda es tan emocionalmente cercano a los episodios dirigidos por Lucas, realmente hace la diferencia.
Más allá de toda la parafernalia audiovisual, lo más interesante de los primeros episodios de Obi-Wan Kenobi es que se percibe como una historia importante para la estructura del personaje. Una profundización no gratuita que explica la transición entre el Kenobi de McGregor y el de Alec Guinness. Al situar su historia en el intermedio entre la trilogía de precuelas y la trilogía original, los guiones de Joby Harold, Hossein Amin y Stuart Beattie, se permiten beber de lo mejor de dos mundos.
Han pasado diez años desde que los Jedi se escondieron en la galaxia tras la infame Orden 66 -que la serie hace a mal recordarnos-. Por ello Kenobi se ha refugiado en las dunas de Tatooine para convertirse en un monótono ciudadano del planeta. El personaje ya no usa la Fuerza, ha enterrado el sable de luz en la arena y ha crecido en decepción de la Orden Jedi. Sin embargo, se miente a sí mismo porque no puede dejar de observar desde lejos al pequeño Luke. No puede soltar esa conexión con el pasado y con quién realmente es.
El primer episodio de Obi-Wan Kenobi es pausado y sereno. Casi con rastros de un cine de autor ajeno al espectáculo. Uno que introspecciona en la soledad y conflicto emocional de su protagonista. Las tomas desérticas son abiertas, vacías y grises. Imprecisas en su movimiento. Reflejan el interior de un personaje que necesita un empujón para despertar y decidir quién será en adelante. Y dicho empujón llega de la manera más inesperada.
Resulta imposible hablar de los puntos positivos de la serie sin revelar algunos spoilers. El giro más inesperado es la inclusión de una pequeña Leia Organa en el guion. Tan arriesgada aparición es sorteada con una gracia inaudita por la actriz Vivien Lyra Blair. La niña asume por completo todo lo que Carrie Fisher hizo bien con el personaje y hace brillar la pantalla en su química con Ewan McGregor.
Gracias a ello, de pronto la serie se siente como un acertado viaje que se expande hacia dos trilogías tonales diferentes. Existe ese vistazo al futuro que conocemos por Una nueva esperanza. Pero al mismo tiempo el conflicto de La venganza de los Sith proyecta una sombra muy larga sobre el personaje. Los dos primeros episodios de Obi-Wan Kenobi rápidamente nos adelantan que habrá emocionales momentos entre la antigua dupla de aprendiz y maestro.
Entre tanta nostalgia desde luego existe lo nuevo. La serie presenta nuevos rostros que servirán al conflicto. Algunos de ellos totalmente nuevos y otros que ya hemos conocido en las iteraciones animadas. Es aquí donde la serie encuentra su mayor flaqueza. Ya que entre el conflicto emocional de un personaje que ya conocemos, y la expansión de tramas establecidas en otros filmes, se asoma quizá la parte más convencional y de rutina.
Cuando el show intenta parecerse a The Mandalorian, o cuando pretende apegarse a los formatos de las series de televisión modernas, los detalles se hacen evidentes. Empezando por una villana (interpretada por Moses Ingram) que se siente sobreactuada y unidimensional. Ese tipo antagónico que sólo sabe demostrar su nivel de maldad a base de gritos, diálogos cliché y una obsesión por tomar acciones que resulten supuestamente impactantes.
Lo limitado de los tiempos, por el formato del episodio de serie (especialmente en el segundo), deriva en situaciones con poco desarrollo. O en resoluciones fáciles con personajes que entran y salen sin un debido control. A pesar de ello, el conjunto es disfrutable y por demás entretenido. Por ejemplo, la aparición de cierto actor que se unió recientemente al MCU de Marvel, es un bonito detalle.
Por otro lado, de poco sirvió que John Williams quisiera bendecir esta producción con la creación de un tema musical para el personaje. Su trabajo se pierde en medio por una banda sonora, compuesta por Natalie Holt, que se entrega por completo al convencionalismo. Su creación de música rutinaria, que sólamente acentúa las escenas de acción con beats de sintetizador, se siente como muy poco para el mundo de Star Wars.
No es que sea una ley tener a Williams siempre tras la labor. Pero tanto Michael Giacchino en Rogue One; como John Powell en Solo; e incluso Ludwig Göransson con The Mandalorian, son ejemplos fidedignos del potencial que una franquicia como ésta puede ofrecer en términos musicales. Sin lugar a dudas el resultado de Holt se siente pequeño y no merecedor de un viaje que promete ser sobre todo emocional.
A pesar de dichos traspiés esta producción promete. Su magia radica en cómo se diferencia con las otras series de esta franquicia. Mientras que aquellas son una construcción episódica de momentos, en donde caben miles de cameos y comebacks emocionantes, Obi-Wan Kenobi se siente como una pieza clave para la mitología de Star Wars. Como ese episodio perdido que cabe perfectamente entre las dos trilogías ajenas a Disney. Al parecer Leia tenía razón y Obi-Wan Kenobi es nuestra única esperanza.
El resto de los episodios llegarán los días viernes a Disney Plus.
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