Netflix perdió 200.000 suscriptores en el primer trimestre del 2022 y otros 970.000 en el segundo, una cifra inesperada que desató todas las alarmas. La compañía pensaba crecer dos millones y medio en los primeros meses del año y se encontró con esta realidad bien diferente, lo que les llevó a tomar medidas de forma inmediata. Se han tomado en serio eso de prohibir compartir la cuenta, han incorporado anuncios para planes más baratos y han aceptado que la competencia es muy alta.
Mientras la compañía se esforzaba por recuperar terreno en el mercado, los usuarios sacaban sus propias conclusiones. El debate ponía en juicio la calidad del contenido de la plataforma y los detractores de Netflix, que hasta entonces habían permanecido escondidos -o casi-, vieron la luz y se dejaron llevar por las críticas. Sus argumentos: demasiadas series y películas caras que nadie ve y, sobre todo, mucho contenido barato que deja que desear.
Siempre han existido este tipo de comentarios hacia Netflix, pero con los rumores de crisis aquellos que estaban en contra se vieron escudados y decidieron sacar el arsenal. Especialmente ahora, que la batalla de series queda entre La Casa del Dragón de HBO y El señor de los anillos: Los anillos de poder de Amazon Prime Video. Las dos súperproducciones del año están en manos de plataformas que siempre han estado en segundo lugar si hablamos de número de suscriptores, por lo que hay una serie de preguntas que flotan en el ambiente: ¿Dónde está Netflix? ¿Ha quedado destronada? ¿Y para siempre?
Pues que no nos engañe esta ilusión temporal porque Netflix sigue siendo la reina del cotarro. Y, para empezar, basta un vistazo a esta gráfica de suscriptores, creada por Julia Stoll en Statista, para comprobar que dicha crisis no es tan grave como puede parecer. Ahora mismo tiene unos 223 millones de suscriptores y el principal problema no es que haya perdido clientes, sino que ha dejado de ganarlos.
Dejando a un lado los números, no podemos obviar que desde finales de agosto la conversación está en Poniente y la Tierra Media. Son dos de los grandes fenómenos del año y atraen toda nuestra atención, pero eso no significa que Netflix haya dejado de existir. En los últimos meses ha estrenado varias series con menos renombre que las de HBO y Prime Video, pero que también han hecho mucho ruido.
Por ejemplo: Dahmer (21 de septiembre), Vigilante (13 de octubre) Sandman (5 de agosto) o El club de medianoche (7 de octubre). Además de éxitos más de nicho, que funcionan muy bien con un tipo de público muy específico. Ahí está la reciente La emperatriz (29 de septiembre) o la temporada 2 de Destino: La saga Winx (16 de septiembre). Y no nos olvidemos de sus éxitos más tradicionales, pero igual de válidos, como Stranger Things, The Crown o Cobra Kai, que siempre están ahí arrasando.
Netflix son expertos en un tipo de serie y película más barata de producir -si lo comparamos con La Casa del Dragón o Los anillos de poder-, con un alcance algo menor y quizás un impacto también más pequeño, pero producen una detrás de otra. No hay semana que no estrenen algo de este tipo, por lo que consiguen atención durante mucho tiempo, aunque por títulos diferentes. Son esas series que recomendarías ver a tus padres, a tu vecino, que ves tú mismo cuando quieres desconectar por completo.
También se les da muy bien llegar a determinados grupos de espectadores, como los amantes de las telenovelas o de las series coreanas. Dejando a un lado El juego del calamar, pocas producciones dirigidas a estos nichos van a tener un impacto global, pero si juntamos todos esos grupos tenemos una gran audiencia. ¿Cuál es la otra cara de esta estrategia? Que tienes que producir más y, a largo plazo, gastar más. Según datos de The Motley Fool, una empresa privada de asesoramiento financiero, la deuda de Netflix a finales de marzo de 2022 ascendía a los 14.500 millones de dólares y contaban con 6.000 millones de efectivo para equilibrar eso, aunque también tienen miles de millones en pasivos a corto plazo.
Su modelo necesita cambiar: adiós a los maratones
¿Por qué parece que Netflix ha desaparecido en los últimos meses? Porque, aparte de que La Casa del Dragón y Los anillos de poder han llegado a más público -eso nadie lo pone en duda-, han estado en emisión durante dos meses, al contrario de lo que sucede en Netflix, que estrena sus temporadas de golpe. La vida de una serie que se emite semanalmente se prolonga. Básicamente, se multiplican las posibilidades de hablar de ella, de trazar teorías sobre lo que va a pasar y de debatir sobre las identidades de los personajes.
Puede que Netflix no haya abandonado su trono, pero el éxito de esas dos series sí plantean una interesante reflexión: ¿estamos ante la muerte del maratón? Ahora que hay tantos estrenos y no tenemos tiempo para meternos de una sentada 7 u 8 episodios de la misma ficción, quizás es el momento de replantear el modelo de emisión y volver a los episodios semanales.
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