Sailor Moon: Por el poder del Prisma Lunar
La pregunta no es por qué Sailor Moon se convirtió en un fenómeno que cambió para siempre el alcance del anime; la pregunta es: ¿cómo no iba a hacerlo? Después de todo, la creación de Naoko Takeuchi sigue a una adolescente que, junto con sus amigas, tiene la misión de proteger a la Tierra y al resto del universo de fuerzas oscuras. En la década de los 90, las niñas de México veíamos en el cine a las princesas de Disney, que tenían como cómplices a animales del océano o del bosque; mientras que en TV Azteca nos emocionábamos con un grupo de superheroínas sin igual. Estudiaban (hola, Sailor Mercury), se ejercitaban y constantemente ayudaban a su propio damiselo en apuros: el misterioso y muchas veces poco útil Tuxedo Mask.
Todo comenzó con el manga Codename: Sailor V en agosto de 1991. La historia seguía a una estudiante de secundaria ordinaria que un día descubre que posee grandes poderes: la mismísima Minako Aino/Sailor Venus. La editorial Kōdansha propuso a la autora el desarrollo de una adaptación animada de esta obra. Sin embargo, Takeuchi quería explorar antes ese mismo concepto, pero con un abanico más amplio de personajes. Así nació Pretty Guardian Sailor Moon en las páginas de la revista Nakayoshi en diciembre de ese mismo año.
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La mezcla de Takeuchi en Sailor Moon, con temáticas coming-of-age típicas de las sagas shōjo –títulos dirigidos al público femenino adolescente– y las convenciones narrativas de series tokusatsu como Super Sentai, fue perfecta para cautivar a audiencias masivas internacionales: tropos del género de superhéroes, con elementos salidos de las fantasías que habitaban las mentes de la mayoría de las chicas. Recordemos que su nueva protagonista Usagi Tsukino (o Serena, como la conocimos en el primer doblaje latino) era la rencarnación de la princesa del reino lunar conocido como el Milenio de Plata, quien estaba destinada a luchar, vencer y regir, con el apoyo de una tierna familiar mágica en forma de una gatita parlante, una comunidad de compañeras leales y su enamorado enmascarado.
Toei Animation (Dragon Ball) fue el encargado de hacer la adaptación del manga al anime entre 1992 y 1997: uno que no se caracterizó por ser del todo fiel al material de origen, debido a que ambos eran lanzados casi simultáneamente. La mirada de Takeuchi en el manga fue además ligeramente distinta, ya que el staff de Toei estaba en su mayoría compuesto por hombres. Aquí cabe mencionar que la serie contó con la participación de directores con gran potencial, como el aclamado Kunihiko Ikuhara, quien más adelante haría la clásica Revolutionary Girl Utena, o Junichi Sato (Magical DoReMi; Princess Tutu) y Takuya Igarashi (Magical DoReMi).
Si bien, la fórmula de la “chica mágica” ya poseía una enorme tradición dentro del manga y el anime, con más de tres décadas de existencia en Japón, Sailor Moon –el primer anime mahō shōjo concebido propiamente por una mujer– revolucionaría y popularizaría varios de sus elementos más reconocibles para futuras representaciones y deconstrucciones del subgénero: los equipos, las elaboradas coreografías de transformación y poses, los trajes coloridos, las batallas contra entidades malignas, además de destacar el poder de sus sentimientos y lazos para superar cualquier adversidad. Cuando llegaron a México el 17 de febrero de 1996, las Sailor Scouts se convirtieron en la contraparte interplanetaria perfecta de Los Caballeros del Zodiaco.
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El éxito mundial fue total: 200 episodios y tres películas; miles de millones de dólares en merchandising –se encuentra entre las 50 franquicias multimedia más rentables de la historia a nivel global–; una serie live-action japonesa; videojuegos; obras de teatro musicales; shows de patinaje; atracciones en Universal Studios Japón; una serie reboot lanzada en 2014; e incluso Disney intentó adquirir los derechos para realizar una adaptación hollywoodense que nunca se concretó. Con tres décadas de historia, Sailor Moon prevalece como uno de los anime más populares de todos los tiempos.
Inspiración para miles de niñas y niños, las Scouts nos enseñaron la importancia de la educación, la solidaridad y el trabajo en equipo; además nos brindaron lecciones importantes de diversidad, al incluir a una pareja lésbica (Sailor Uranus y Sailor Neptune) en el escuadrón de guerreras, así como antagonistas homosexuales (Zoisite y Kunzite) y transexuales (Ojo de Pez). Quizá la representación de la versión clásica sobre girl power o el romance no se sostengan del todo hoy –tópicos que han tratado de actualizarse para las nuevas generaciones en Sailor Moon Crystal–, pero Serena y compañía nos hicieron soñar a todas con ese poder que (quizás) algún día saldría de nuestro interior.
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Una versión de este artículo fue publicada originalmente en Cine PREMIERE No. 308, en mayo de 2020.
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