Puede que su modelo de interpretación no se destaque precisamente por la variedad, la versatilidad o el arsenal de registros, pero, cuando aparece en pantalla, uno sabe que está dentro de una película que, para bien o para mal, estará marcada por Jesse Eisenberg. Sus gestos, forma de hablar, miradas, nerviosismo constante, sensación de incomodidad y cierta (y extraña) ternura inunda cada escena y ya resulta inevitable escapar.

Hablamos de limitaciones que, en cualquier caso, el intérprete, guionista y director estadounidense ha sabido utilizar casi siempre a su favor hasta convertirlo en una especie de marca registrada. De acuerdo, hay referentes directos que han influenciado su manera de trabajar, pero Eisenberg siempre es Eisenberg. Y se le ama o todo lo contrario gracias a ello.

A lo largo de este especial, claro, no encontramos interpretaciones que se distancien mucho las unas de las otras, pero, eso sí, sirven para construir el reflejo más completo del talento de un tipo cuya carrera está repleta de títulos interesantes. Incluyendo, ojo, una de las grandes obras maestras del siglo XXI. Solamente por eso, ya estaría justificada esta celebración del talento tan particular y reconocible de Jesse Eisenberg.

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